La fiesta del Pino, inalterable en el calendario de Gran Canaria, vuelve para invitarnos a iniciar un curso cargados de ilusiones y con los compromisos renovados. Nos avisa de que el verano se acerca a su fin y de que debemos ordenar nuestras agendas para aprovechar el tiempo nuevo que se nos presenta con oportunidades y retos a cumplir. Desde antes de las vacaciones estivales ya todo se programa “para después del Pino”. Mientras, revisamos nuestros trajes típicos, los timples y las guitarras y quedamos con la familia y los amigos para que no falte nadie a la cita que nos confirma que seguimos en pie y con ganas de continuar en la brega diaria.
En esta primera semana de septiembre animo a toda la ciudadanía de Gran Canaria a reencontrarnos en Teror para revivir nuestras tradiciones, para compartir este tiempo de fiesta que refuerza nuestro sentimiento de pertenencia a una sociedad y a una isla que nos acoge, a la isla de nuestra vida. La celebración nos permite también expresar unas creencias y unos valores que se viven en libertad, con respeto a las diferencias y con emoción.
El encuentro en Teror tiene todo lo que las canarias y canarios necesitamos para renovar un sentimiento colectivo de hermandad, de ilusión ante lo que somos y lo que podemos alcanzar y de esperanza colectiva para afrontar las dificultades que se nos presenten. Lo vivimos cada año y nunca pierde esa enorme capacidad de convocatoria que mantiene desde sus inicios.
Y siempre la canariedad lo envuelve todo, como expresión original de nuestra manera de afrontar la vida, de amar unos símbolos que nos identifican, de compartir un folklore que hemos creado durante siglos, de revivir una historia que nos define como isleños y de renovar los compromisos solidarios que nos dan confianza como pueblo para ganar juntos el futuro.
En el Pino se cruzan tres tiempos. El pasado que permanece en una fiesta consolidada, aparentemente idéntica cada año, pero que sabemos quiénes llevamos décadas disfrutándola que no es así, porque la transformamos y la personalizamos todas y todos los que acudimos. El presente enriquecido por nuestras inquietudes, por las preocupaciones o por la actualidad del momento, junto con las novedades artísticas o culturales que adornan el programa de actos diseñado. Y en la fiesta, afortunadamente, también se trasluce el futuro. Porque, en el fondo acudimos a Teror en la confianza de que las fiestas suponen un impulso de renovación, de convencimiento de que afrontamos ilusiones y proyectos nuevos que nos enriquecerán personal o familiarmente. De que la celebración comunitaria es siempre una contribución valiosa al progreso de la isla.
Como Gobierno de la isla, acudimos a Teror con la satisfacción de que avanzamos como sociedad. Muchos de los compromisos que asumimos el año pasado están en marcha y comprobamos que esta reflexión colectiva que realizamos cada año tiene sentido.
Hay señales de esperanza en la creación de empleos para mujeres y jóvenes y para personas en paro de larga duración. Mejoramos en muchos indicadores de sostenibilidad como la transición hacia las energías limpias, la seguridad hídrica y la soberanía alimentaria, con el aumento del consumo del producto local. Avanza la construcción y la apertura de nuevos servicios y centros sociosanitarios dedicados a las personas dependientes. Crece la inversión pública para mejorar equipamientos y generar actividad económica.
Tan importante como esos indicadores, que señalan que la isla tiene un horizonte y que lleva una trayectoria estable de progreso es la imagen de unidad entre todas las administraciones y las organizaciones sociales de la isla que estamos ofreciendo cada vez que afrontamos un reto o nos comprometemos con un proyecto.
Tenemos multitud de ejemplos, pero nos basta con recordar, por citar solo cuatro: la obtención de la candidatura de Gran Canaria para organizar el Mundial de Fútbol en 2030 que demuestra esa imagen de unidad y solvencia imprescindibles para conseguirlo. Lo mismo ocurre con una obra fundamental para la soberanía energética e hídrica como es el Salto de Chira, el progreso en la adecuación del Museo de Bellas Artes de Gran Canaria, MUBEA, que representa un hito cultural de primer orden o la consecución del Parque Nacional de Guguy.
Así tenemos que permanecer para afrontar los grandes desafíos que se nos presentan ligados, entre otros, a la migración y la acogida de menores, a la financiación autonómica sin discriminaciones, al respeto a nuestro Régimen Económico y Fiscal, a la adecuación del modelo turístico a la sostenibilidad y a una mayor contribución social o a la sobrepoblación y sus afecciones sobre las nuevas generaciones de canarios y canarias
Son señales que justifican una celebración colectiva, pero a la vez queremos renovar los compromisos de transformación de nuestra isla porque no podemos darnos por satisfechos. Sigue habiendo muchos grancanarios y grancanarias que lo siguen pasando mal. No es tiempo de autocomplacencias, pero es imprescindible combinar la responsabilidad de alcanzar lo que nos falta por conseguir, con el reconocimiento de que sabemos y podemos avanzar en los objetivos que nos proponemos como sociedad grancanaria.
En este contexto, las fiestas vuelven a ser ese momento decisivo que siempre han sido en la vida social del pueblo canario. Nos permiten liberar tensiones y a la vez celebrar que volvemos a reunirnos y recobrar fuerzas para proseguir el camino. Son el espacio y el lugar para visibilizar y festejar las expresiones culturales que nos identifican.
Volvemos al Pino para comprobar que estamos en marcha. En camino, como el que recorren los peregrinos que cruzan toda Gran Canaria para llegar a los pies de la patrona o encontrar el abrazo de la familia o los amigos para sellar una promesa que llevamos siglos cumpliendo. Venimos de lejos y queremos, con las enseñanzas de la historia y la voluntad de todas y de todos, ganar un futuro de progreso para que nuestra gente sea feliz en la tierra en la que nacimos o que hemos adoptado como nuestra.
Nos queda mucho por conseguir, pero tenemos un gran trecho avanzado. No es tiempo de lamentar lo que nos falta sino de afianzar nuestros valores y nuestras convicciones, igual que hace el luchador en el terrero para ganar la brega. Deseo que disfrutemos en la fiesta mayor de Gran Canaria y que el verde y el frescor de nuestros pinares afiancen en nuestro ánimo la ilusión y la hermandad que nos identifica.
¡¡ Felices fiestas del Pino !!