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Los leñadores de la motosierra toman las calles de Telde.

Martin Luther King definía sabiamente “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”,  hoy en día evoluciona hacia conceptos incluso más generosos, como si has de arrancar un árbol adquiere el compromiso de plantar uno por cada año que tenga el que has quitado, unos pensamientos reflexivos muy propios para gobernantes y gestores ambientales.

Bajo la supervisión y dirección del concejal de Parques y Jardines don Abraham Santana y con el consentimiento de la alcaldesa de Telde doña Carmen Hernández, la patrulla de taladores ha convertido las calles de Telde en su campo de entrenamiento. Como elemento para el convencimiento de los preocupados ciudadanos/as que no salen de su asombro ante tan sistemático arrasamiento de calles y avenidas, muestran un informe elaborado hace algunos años por FCC- Fomento de Construcciones y Contratas, y que los diversos concejales y mandatarios anteriores no se han atrevido más allá de comentarlo y volver a colocarlo en las gavetas de sus despachos.

Surgen muchas preguntas ante afán tan mutilador del verde natural del viario urbano. Una primera consulta vendría de si los pliegos de contratación del servicio privatizado concedido a FCC están contemplando la disminución de la carga de trabajo que se están produciendo en los últimos años; podríamos entender que se están eliminando árboles y espacio verde y se sigue pagando a escote de los vecinos/as las mismas cantidades.  Mientras no se nos diga lo contrario y se nos certifique, pensaremos lo dicho.

Para acallar las quejas sobre el arboricidio se vuelve a esgrimir de informes de los técnicos de FCC y claro,  como no podría ser de otra manera, podemos estar de acuerdo en parte de sus aseveraciones, como no vamos a estar a favor de la circulación de PMR (personas de movilidad reducida) y los propios ciudadanos/as, lo mismo que somos sensibles con las especies arbóreas, también lo somos con las personas y sus necesidades de movilidad; ahora bien, una cosa son los documentos y otra muy distinta es la realidad, y las fotos que vemos y nos llegan a través de los medios de comunicación es que en la mayor parte de las calles donde se está produciendo el desaguisado hay espacio para la convivencia y el tránsito ciudadano; es más, en los sitios donde se están produciendo los cortes , los alcorques siguen abiertos o sin ser utilizados, que sería lo deseable,  por otras especies de menor porte y más adaptados al lugar.  Una contradicción si se pretende dar carta de naturaleza a la necesidad de movilidad de personas, el error sigue siendo palmario, las aceras siguen siendo inseguras para todos/as los/as viandantes, el batacazo se puede producir.

Intenta el joven y reciente concejal acabar con el esfuerzo y compromiso de otros alcaldes y concejales que le precedieron en introducir el arbolado urbano y reverdecer Telde, loable tarea de más de 35-40 años (el arbolado urbano llega a Telde con los ayuntamientos democráticos), aunque existen antecedentes de plantaciones de naranjeros en la etapa de la república en San Juan  (http://www.teldeactualidad.com/hemeroteca/noticia/politica/2015/08/14/17789.html ) .  Esto puede quedar en nada de no aplicar un criterio selectivo y centrado siempre en la necesidad que las calles de Telde mantengan y aumenten espacios de sombra, de vida natural, como elementos de convivencia, por la necesidad de oxigenarnos y ser partícipes de los beneficios para nuestra salud y nuestro estado de ánimo psico-social. Igual que nos quieren desmotivar en este debate abierto con sus informes técnicos, también existen otros de identidad reconocida sobre el efecto del arbolado en la incidencia del cáncer de piel,  salud psíquica de las poblaciones y la disminución de elementos patógenos en la atmosfera https://photos.app.goo.gl/Iahm0ruu9KmLwHZs2 , y ni que decir sobre la imperiosa necesidad de reforestar en la lucha contra el cambio climático,  un compromiso reafirmado por el pleno del ayuntamiento de Telde con su adhesión al Pacto de los Alcaldes por el Clima y la Energía, ahí es nada.

Podemos reconocer que en todos estos años de trabajos de reverdecer calles y avenidas ha habido errores en cuanto a la elección de espacios y especies a plantar, pues claro, pero entendemos que la manera de corregir esos defectos no es volver a las calles tristes y lúgubres de hace tantos años donde no existía rastro de arboles, unas calles solo para la circulación de vehículos. Hoy, gracias a un cambio de paradigma, entendemos que en todas las grandes ciudades, pueblos y rincones existe el deseo y la necesidad de ganar espacios amables para los peatones y ciudadanos de a pie. Una necesidad que Martin Luther King definía sabiamente como “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol” y que hoy en día evoluciona hacia conceptos incluso más generosos, como si has de arrancar un árbol adquiere el compromiso de plantar uno por cada año que tenga el que has quitado, unos pensamientos reflexivos muy propios para gobernantes y gestores ambientales.

No puede ser que el concejal que tiene que velar por los parques y jardines y que además es el responsable del área de medio ambiente,  lidere una “plaga de termitas taladoras” y que además según nos llega, convenie con vecinos/as en su puerta la eliminación de árboles; mejor nos parece que abra una vía de diálogo con el movimiento social y ecologista para intentar dar solución a los problemas concretos que puedan producir algunos ejemplares, ya sean por asuntos de movilidad, visibilidad o daños a vecinos circundantes. Parte este planteamiento, de trabajar desde la sensibilización y educación ambiental y ciudadana, desde la participación e implicación de la ciudadanía, desde abandonar la imagen de especies vegetales con podas al viejo estilo de árboles mutilados, terciados, desmochados o descabezados. Lo fácil, lo directo es talar y cubrir, pasado un tiempo, los alcorques con un mazacote de cemento, contemos cuántos hay en el casco y barrios del municipio; lo óptimo, corregir los errores de ediles pasados, con imaginación y de una manera constructiva, sustituyendo lo eliminado con especies mejor adaptadas, de menor porte, canarias a ser posible y siempre creyendo y aplicando el principio de la necesidad del arbolado urbano en la ciudad.

En última instancia, no deben olvidar los gestores del patrimonio verde de Telde que acciones como las que vemos en estos momentos en nuestras calles merman la calidad de vida de sus pobladores y esto lo entienden incluso la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos (AEPJP), y la Asociación Española de Arboricultura (AEA) que a  través de la NORMA GRANADA da  valor patrimonial, paisajístico, ornamental, social, cultural, y viene a decir que cuando fuera necesario su eliminación el sustituirlo por otro en el lugar o sus cercanías. Vemos como nuestro concejal no nos recuerda esta norma, aplicando solamente un criterio reduccionista y mejor nos quedamos sin ninguno, algo demasiado simple para un concejal de medio ambiente.

Esperemos que con el nuevo año tengamos la posibilidad de encontrar posturas y de abrir momentos y espacios de encuentro para definir modelos y protocolos participados que posibiliten un futuro verde y unas calles llenas de vida y de convivencia ciudadana a la sombra de una corporación sensible y que respeta la vida natural y la salud y calidad de vida de sus ciudadanos/as.

* Juan Jiménez Alemán 

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