Desde luego, escribir a día de hoy sobre que hombres y mujeres somos iguales es redundar en algo absolutamente normal, lógico y real. No obstante, desgraciadamente, la igualdad entre hombres y mujeres no es apreciada ni entendida por todo el mundo. Este hecho, no solucionado aún en el siglo XXI, hace que tengamos que escribir sobre este tema y reivindicarlo. La igualdad de género sigue siendo el centro mismo de los derechos humanos, aclamado y defendido por las Naciones Unidos, entre otros muchos organismos. Uno de los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas, aprobada por los dirigentes del mundo en 1945, son los relativos a los “derechos iguales para hombres y mujeres” y la protección y el fomento de los derechos humanos de las mujeres como responsabilidad de todos los Estados. Pese a todo ello, millones de mujeres del mundo entero siguen siendo víctimas de la discriminación. Estos hechos, no pasan inadvertido tampoco para el mundo de la farándula. Este fin de semana, nuestro cine lució su esplendor a través de un abanico rojo para reivindicar la presencia de la mujer y la reivindicación de sus derechos. Estos actos, en los que uno puede estar de acuerdo o no, ayudan a poner en primera línea el problema. La industria del cine está dando jaque al problema. No hablo de las últimas denuncias de actrices, sino del cine en sí. ¿A alguien se le ha pasado inadvertido el giro que está dando el cine americano?. ¿Alguien esperó alguna vez que en el universo ficticio de Star Wars recaería la futura figura del Jedi en una mujer?, o que ¿habría una superwoman que se enfrentaría al tirano más malvado del universo?. Esto es un buen motivo para ir al cine ¿no?.
Lejos del mundo del cine, la discriminación por motivo de sexo está prohibida en casi todos los tratados de derechos humanos, lo que abarca también el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que en virtud del artículo 3, común a ambos, aseguran a los hombres y a las mujeres igual título a gozar de todos los derechos enunciados en esos documentos. Nuestra Constitución Española de 1978 también asegura y protege este derecho.
La desigualdad en los derechos de la mujer a nivel mundial, depende mucho de las etnias, culturas, religiones, etc. En múltiples ocasiones, nos fijamos en cómo se trata a la mujer en otros países, pero, ¿se salva España de estas diferencias entre los distintos sexos? ¿Habrá logrado España salvar estas diferencias?. Lejos de compararnos con otros países, en los que las mujeres son tratadas como meros objetos carentes de derechos, en nuestro país el número de muertes causadas por la violencia de género, la escasa presencia de en cargos directivos, la falta de presencia de la mujer en altos cargos judiciales, o en altos cargos de las distintas instituciones y administraciones, la hipocresía escondida tras el vocabulario utilizado, la presunta brecha salarial, las acepciones injustificadas y vinculadas a la figura de la mujer, la mala utilización de expresiones, entre otros motivos existentes en nuestra sociedad, parecen hacer declinar la balanza al lado de la falta de igualdad real que existe en nuestro país con respecto a hombres y mujeres. Cierto, es que cada vez, son más las voces que se alzan a favor del feminismo (bien entendido) y a la igualdad de géneros y en ningún caso, nos podemos comparar con países asiáticos o africanos donde nosotras aún no tenemos apenas valor.
En nuestro entorno, la cuestión educacional es, sin duda, la base de la solución y la fórmula del éxito. A modo de ejemplo, de nada sirve la lucha, sí instituciones culturales como la RAE, que tienen como misión velar por los cambios que experimenten la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes, no camina en paralelo con un problema real que existe en la sociedad. Esta institución, que hasta el año 1978, no aceptó que hubiera representantes mujeres en su organización, ha sido recientemente protagonista por no querer eliminar la acepción de “mujer fácil”. Esta expresión que todas tenemos que aceptar porque así lo considera la RAE, hace que continuemos en una posición de desigualdad con el hombre, y peor aún, en inferioridad al mismo.
La solución pasa definitivamente por la educación y por la reeducación, en especial. Debemos de reeducarnos y desaprender las antiguas enseñanzas, costumbres e inútiles posiciones predominantes de uno sobre otros. De nada sirve la lucha sí, después de haber enseñado a la mujer a creer en sí misma y a valerse por sí misma, tras largos siglos de represión, no hacemos lo mismo con los hombres. La mujer ha aprendido a valerse por sí misma, a no depender del hombre, a ser responsable de sus propias decisiones y a dirigir las riendas de su vida, entre otras muchas cosas; pero, ¿y el hombre?, ¿ha aprendido éste las nuevas reglas del juego?, ¿es conocedor de que la mujer es un ser autosuficiente e independiente?. La mujer ha superado su propia inseguridad, miedo y dependencia, al contrario, que el hombre. Éste se sitúa en un nuevo tablero sin las herramientas necesarias para saber enfrentarlas. La inseguridad de la mujer ha dado paso a la inseguridad del hombre. Al igual, que a la mujer se le ha tenido oprimida durante siglos, relegada a un segundo e incluso a un tercer plano, al hombre se le ha regalado durante el mismo tiempo el papel principal, protector, propietario y tutor de la mujer. Ya sea por cuestiones religiosas, culturales o por costumbres de antiguas culturas (como por ejemplo, la obligación y necesidad del hombre de ir de caza para traer la comida, mientras la mujer cuidaba de la familia), el hombre adoptó una posición predominante. Esto, lejos de ser aceptable y cierto, ha de ser modificado y rectificado a través de la educación. Por ello, es absolutamente necesario que hombres y mujeres, de forma conjunta y sin diferencias entre unos y otros, se afanen en educar y en ser reeducados conforme a las reglas que rigen a esta nueva sociedad, en la que hombres y mujeres somos absolutamente iguales.
María Vanessa Ramírez Rodríguez Abogada.
Muy bueno el artículo, Felicidades Vanesa.
Estoy de acuerdo en que pasa por la educación el hecho de cambiar la mentalidad y poner a la mujer en el lugar que le corresponde en nuestra sociedad, y nunca inferior al hombre. En muchas ocasiones, se ha demostrado la valía de la mujer y la importancia que ésta tiene en nuestra sociedad. Hay que tener claro que los extremos son malos y desviar la valanza para favorecer a la mujer en detrimento del hombre tampoco es sano, ya que provocaría un retroceso en los derechos del hombre y eso es algo que estamos viendo en algunas circunstancias, que luego provoca conflictos sociales entre las parejas. Por otro lado, quitando palabras como la citada en el artículo, “mujer fácil” y muchísimas otras, que incomprensiblemente existen en nuestro diccionario, creo que los políticos se equivocan en diferenciar constantemente los sexos, ejempo: “los ciudadanos y las ciudadanas”, “los políticos y las políticas”, etc. ¿Qué haremos, entoces con un término como “votante”? ¿Los votantes y las votantas? ¿E “idiota”?, ¿el idioto y la idiota?, ¿el policío y la policía? ¿militante y militanta? En fin, creo que más allá de esta demagogia de algunos de nuestros políticos, hay que buscar un equilibrio en el que ambos sexos estén equiparados en todos los aspectos de nuestra sociedad y que ninguno sea menospreciado por el otro. Y por supuesto, que la mujer tenga la presencia merecida en todas las instituciones con los sueldos justos como su cargo requiera, sin que se le rebaje por el mero hecho de ser mujer. Y con respecto al cine, como bien apuntabas, está claro que la mujer debe tener bastante presencia, como ya se está viendo, y que sus sueldo sean equiparados al de los hombres.
Artículos como este hacen falta para despertar mentalidades dormidas.
Totalmente de acuerdo. Aqui todos debemos de trabajar juntos. Me parece increíble que en el siglo XXI todavía tengamos estos debates. Pero siendo doloroso, debemos de luchar por los derechos en otras partes del mundo. La hipocresía hace que se firmen muchos Tratados Internacionales que luego son simplemente “papel mojado”.
Vanessa, excelente artículo donde reflejas muy bien la situación actual. Es cierto que hemos avanzado mucho en la total igualdad entre mujeres y hombres, pero también es cierto que va más lento de lo que sería deseable. Debemos de conseguir ya la igualdad en la sociedad en la que vivimos, pero también luchar sin descanso por todas esas mujeres que son utilizadas como Seres Humanos de segunda clase en tantos paises del mundo y ante lo cual, muchos políticos, cierran los ojos para no verlo. Tenemos mucho trabajo por delante, a veces es desesperante, pero no debemos desmoralizarnos…aunque a veces cueste. Adelante y TODOS JUNTOS. Hablemos no de hombres y de mujeres, tu me conoces, hablemos de PERSONAS.