Al cumplirse 80 años desde el comienzo de la guerra civil española, no me gustaría dejar pasar esta fecha para rendir un pequeño homenaje a todos los que, siendo inocentes, murieron.
Entre el 17 y el 18 de julio una parte del Ejercito se levantó en armas contra la Segunda República Española.
Eran fechas convulsas donde los políticos no estaban a la altura de la ciudadanía, el asesinato del diputado de la derecha monárquica, José Calvo Sotelo, a manos del izquierdista Frente Popular, fue el detonante de la sublevación de los militares rebeldes.
Si bien se pensaba que sería un conflicto de corta duración, la realidad es que duro casi tres años y dejó tras de si un país dividido en dos partes irreconciliables.
Pero lo peor fueron los cientos de miles de muertos, las familias rotas, la hambruna durante los siguientes años de la postguerra…
Mantengo que la gran mayoría eran todos inocentes. Dependiendo del bando donde estabas, así deberías de ser, o “republicano” o “nacional”.
Durante las noches, entre las trincheras, al parar los combates ambos bandos se hablaban y era triste saber que contra los que a la mañana siguiente deberían de luchar, eran hermanos, primos, familia, amigos… Nada más horrible que en una guerra tengas que luchar contra alguien al que amas o aprecias. Tu vida o la de él.
No les voy a hablar más de esta maldita guerra que después nos trajo casi 40 años de dictadura, lo que quiero es que seamos capaces de recordar, ahora que todavía podemos, a todos aquellos que murieron, independiente del Bando en que les tocara estar.
“A esas personas que en el horror de la guerra murieron, cuanto menos yo quiero recordarles. Les toco vivir una época convulsa, con malos políticos y militares rebeldes. Todos ustedes fueron inocentes y como tal merecen ser recordados. Un deseo añadido, que aquellos que fueron fusilados y descansan en cunetas, sus cuerpos sean recuperados y se les pueda dar la sepultura que quieran sus familiares, cada vez ya más mayores, y no las que quisieron darle sus asesinos”.
En homenaje a todos ellos, y en especial a mi abuelo Amadeo Gutiérrez de León, asesinado, y a mi tío abuelo Pedro Gutiérrez de León, fusilado. (mi madre me pidió que mientras yo viviera, nunca les olvidara. Y así será).
Da lo mismo el Bando que lo hiciera: TODOS ERAN INOCENTES.
Artículo de opinión de Diego Gutiérrez Ávila