Es muy fácil criticar ciertos hechos que se desconocen desde las entrañas, incluso criticar imprudentemente aquellos que son conocidos, pero para ambos casos la voz de las evidencias claman a la coherencia y al más lógico sentido.
Hablar de Venezuela conllevaría todo un tratado de incontables páginas que hicieran entender su historia pasada, reciente y presente. Sin duda, lo más que puede albergarse es un sentimiento de nostalgia hacia la considerada Octava Isla.
Durante el siglo XX, miles de canarios se lanzaron a la aventura para encontrar una tierra de nuevas esperanzas, donde proyectarse y obtener mejores posibilidades en cuanto a calidad de vida. Obviamente, este hecho no supuso facilidades, sino el sacrificio y los esfuerzos propios de cualquier otro inmigrante.
La mayor parte de canarios, residentes y nacionalizados en Venezuela, florecieron con base al trabajo, al tesón y al esfuerzo. Parte de sus corazones quedaron en el recuerdo de las familias que dejaron en el archipiélago canario, la otra parte se asentó en los cálidos atardeceres de las ricas tierras caribeñas.
Lo que ayer fue un sueño cumplido, hoy la pesadilla se ha fraguado.
Hablar de la situación actual venezolana, de poco o nada serviría, máxime cuando es noticia constante en numerosos medios de comunicación el degrado económico y social que acontece. Se mire como se mire, Venezuela necesita ayuda sí o sí.
Es, a lo menos doloroso, que todavía la insensatez de algunos cuestione o critique el éxodo masivo de sus patriotas o de los que así se sienten con el alma. La constancia es muy clara, cuando se deja atrás un país donde impera el caos en cada uno de sus rincones, poco se puede hacer para establecer el orden necesario aunque el interés para ello subsista.
El Gobierno de Canarias ha calculado que ocho de cada diez isleños que viven en la Octava Isla están en la pobreza y más de dos millones desean retornar inminentemente a las islas.
Canarios o descendientes, venezolanos “de pura cepa” u otros inmigrantes que han labrado sus vidas allí, requieren con urgencia de ayudas solidarias y una pronta colaboración que les permita realojarse en “territorios de a salvo” o para el regreso a sus países de origen.
En este aspecto, Coalición Canaria, apoyada por el resto de grupos políticos, mantienen sus propuestas para que los trámites migratorios de los españoles residentes (y descendientes) en la Octava Isla se agilicen para su regreso y a tenor de las circunstancias que vive ese país.
Aunque las gestiones administrativas sean requeridas para actuar consecuentemente y en beneficio de los sectores desfavorecidos, sería menester que lo humanitario se priorizase sin la burocracia ni el “parloteo político” que, en estos casos, ralentizan una actuación que debería ser de apoyo realmente urgente.
David Valentín Torres
Escritor de psicología y filosofía