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LA VASTA Y DELGADA LÍNEA ROJA. LAS MUJERES, EL MURO DE LA CONTENCIÓN.

España, 9 de diciembre de 1931, la igualdad entre sexos se convirtió en una realidad con la aprobación de la Constitución Española.

España, el día 8 de mayo de 1931 se concedió el voto a todos los hombres mayores de veintitrés años y se declaró que las mujeres y los curas podían ser elegidos para ser diputados. Esto originó que, en junio de ese mismo año, las conocidísimas, Margarita Nelken, Clara Campoamor, y Victoria Kent fueran elegidas como diputadas. Las dos últimas tuvieron un destacado protagonismo para el reconocimiento y la concesión del sufragio activo de las mujeres.

España,  11 de marzo de 1932, se promulga la primera Ley de Divorcio.

España, en las elecciones generales del día 19 de noviembre de 1933 las mujeres pudimos ejercer el derecho al voto.

Muchos de los derechos adquiridos por las mujeres durante estos años  fueron “suspendidos” en su totalidad, durante los 40 años que duró la dictadura,  sometiéndonos a una posición secundaria dentro de un sistema patriarcal y conservador, donde nuestro papel prácticamente se limitó a “ir al altar” y cuidar de la familia. Nuestra voz se calló a base de represión, detenciones y muertes.

España, 1975, recién fallecido el dictador, tuvieron lugar las primeras Jornadas Nacionales para la Liberación de la Mujer.

España, 6 de diciembre de 1978, la Constitución Española vuelve a considerar a los individuos iguales, ya sean hombres o mujeres.  Nadie puede ser discriminado por razón de sexo.

España, año 2005 se aprueba el conocido como “divorcio exprés” para agilizar los procedimientos de divorcios.

España, 2 de julio de 2005 se publica la Ley 13/2005 que legaliza los matrimonios entre el mismo sexo.

España, el 5 de julio de 2010, entra en vigor la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo.

Después de los 40 años que duró la dictadura, nuestras voces volvieron a escucharse y las mujeres volvimos a luchar y  reivindicar nuestra posición en la sociedad, con el único ánimo de estar en la misma posición que los hombres. Largo y difícil ha sido el camino. Un camino, cuyo final, aún no se visualiza.

A partir de los años 80, y de forma significativa en estos últimos años, las mujeres, junto a cada vez más hombres que defienden la igualdad de género, hemos conseguido avanzar significativamente.

A nadie le cabe la menor duda de que el año 2018 ha sido el año de la mujer. La marea violeta que inundó las calles el pasado 8 de marzo, en donde  hombres y mujeres reclamaron la igualdad de la mujer en la sociedad, rompiendo juntos techos de cristales, hicieron destacar un mensaje claro en medio de tanto clamor: No a las agresiones, no a las exclusiones, no a las humillaciones, no a la violencia machista (física o psíquica), no a la precariedad laboral, no a la discriminación salarial, no a la justicia patriarcal, no a la desigualdad. No a todo aquello que nos discrimine por el simple hecho de ser mujeres.  En definitiva, la lucha se centró en tener las mismas oportunidades, condiciones y derechos que cualquier hombre, y aceptando, obviamente,  nuestra diversidad. Desgraciadamente, es muy largo el camino que aún nos queda. Un ejemplo claro: las mujeres seguimos insuficientemente representadas en los puestos electivos, hay mucha dificultad, por no decir, casi imposibilidad ajena a nosotras, para que podamos acceder a altos cargos en Instituciones y Administraciones. Otro ejemplo, pero este triste y frustrante: las vidas de mujeres que se pierden cada año por la violencia machista,

Al inicio de mi artículo he hecho un fugaz e incompleto repaso por algunas fechas, leyes y hechos relacionados con el avance de la mujer en la sociedad española. He olvidado a posta, enumerar una de las leyes más importantes que se han aprobado en nuestra democracia con respecto a nuestra situación: La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Durante muchos años la violencia contra la mujer fue considerada como un problema de ámbito familiar y catalogada bajo el concepto de “crimen pasional”. Muchos años tuvieron que pasar hasta que en el año 2004 fue aprobada una ley para combatir esta lacra, que desgraciadamente, sigue latente en nuestra sociedad.  No obstante, esta Ley marcó un antes y un después en nuestra vidas. La Ley nació con el consenso de todo el arco parlamentario y con un único propósito: combatir y erradicar la violencia de género. Hasta el mes pasado, 44 mujeres habían perdido la vida a manos de sus parejas o ex parejas. Así también,  muchos menores han quedado huérfanos y otros han sido asesinados por causa de la violencia machista.

No dudo de que hayan que hacerse reformas a esta Ley para mejorarla a fin de que sea más eficaz contra esta lacra, acompañada de medidas integrales que se adopten desde la perspectiva de género, que incluyan, entre otras, medidas educacionales, proyectos de sensibilización, que los operadores jurídicos se formen necesariamente en materia de género e igualdad, que mejore el protocolo de actuación establecido a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, etc. Todo ello, además de disminuir,  hasta su extinción, las muertes de mujeres,  contribuiría a generar acciones a favor de la mujer, a cambiar los estereotipos de género y a definir un nuevo concepto de justicia para tratar de forma equitativa e igualitaria a los/as iguales.

Otra cosa muy distinta, tal y como he leído recientemente, es lo que se solicita por un partido político populista y de ultraderecha que, a sensu contrario  de la opinión del resto de partidos demócratas, y que votaron en el año 2004 por unanimidad a favor de esta ley: Su derogación.  La justificación no deja de ser, además de incierta, absolutamente populista: la falta de avances y el gran número de denuncias falsas. Debo de decir que mienten. La que suscribe, abogada de profesión, desde su experiencia, discrepa totalmente con esas afirmaciones carentes de fundamentos.  Realmente, no tienen por qué creerme. Sólo tienen que ir a los datos, que son públicos. Las denuncias falsas no llegan al 0,1 % y, entre muchos avances, hay uno que resalta: la violencia de género ha dejado de ser un problema vivido por las mujeres en silencio de puertas hacia dentro para convertirse en un problema de la sociedad, que ha de ser vencido por la misma. Los operadores jurídicos, con los medios que hasta ahora tienen, y cada vez más especializados y conscientes de la realidad están haciendo un esfuerzo y trabajo excelente. Precisamente en esta provincia de Las Palmas, tenemos ejemplos muy conocidos de magistradas, fiscales y abogadas, de lucha e implicación constante contra la lucha de esta lacra.

Los resultados de las elecciones andaluzas en el día de ayer, han permitido la entrada al Parlamento andaluz de la ultraderecha. Seguramente resultado de un voto de castigo por el descontento de las políticas aplicadas en la Comunidad Autónoma y de sus gestores políticos. En democracia, el pueblo tiene el derecho a elegir a sus representantes en las urnas, faltaría más. No obstante, existen ciertas líneas rojas que no debemos olvidar ni traspasar y que nos deben llamar a la responsabilidad. La historia de Europa, y la española en particular, nos ha enseñado que los radicalismos y los populismos no son buenos consejeros a la hora de adoptar decisiones. La dicotomía en este momento no se trata de elegir entre la derecha o la izquierda. Se trata de elegir entre democracia y anti democracia. Los derechos adquiridos desde el inicio de la democracia hasta el día de hoy, no pueden ponerse en peligro por un enfado “momentáneo”. En nuestra democracia, ningún partido, ni de derechas ni de izquierdas, se ha atrevido a poner en riesgo a la misma. Un candidato que llama a la Ley de Violencia de Género “yihadismo de género” no puede representar al movimiento feminista (formado por hombres y mujeres).  Quizás el movimiento feminista (insisto, formado por hombres y mujeres) sea el único capaz de hacer frente a modo de barricada a estos levantamientos populistas, reivindicadores de un nacionalismo rancio e impregnados de pensamientos “Trumpistas”, que quieren privarnos de todos nuestros avances en derechos y libertades. Ayer, en una red social, me hicieron recordar un poema de uno de nuestros más grandes poetas: Federico García Lorca, que ahora me gustaría trascribir para terminar:

Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordisco de jabalí.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.

 La responsabilidad nos ha llamado a la puerta. La historia quiere regresar.

            María Vanessa Ramírez Rodríguez, abogada.

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