La importancia de dialogar en estos tiempos que corren es verdaderamente crucial. Se han ido desvaneciendo los principales factores que constituyen una buena conversación; no es hablar por hablar, sin sentido de la palabra ni de la empatía que para ello debe prevalecer.
El diálogo es una herramienta que fortifica las relaciones entre los seres humanos, un camino hacia el entendimiento y el acercamiento con los demás. Es un poder que trasciende desavenencias.
Platón decía que la idea principal de la “dialéctica” es la de encontrar el bien y arrojar la claridad oportuna para entender.
Siempre que sea correcta una conversación sobre un tema en particular, puede facilitar la reconciliación entre dos o más partes, superar las diferencias o conflictos, envolver en paz situaciones adversas y llegar a sanar el carácter interno de los implicados.
El escritor y pedagogo estadounidense Amos Bronson Alcott expresó que “muchos pueden discutir aunque pocos conversar”.
Hay personas que no están preparadas para el diálogo debido a que, todavía, no se han curado en lo psíquico ni emocional. El reproche y el resentimiento son los obstáculos frecuentes para obrar en calidad de un adecuado diálogo con otros. Por otro lado, la necedad es conocidamente destructiva y contaminante por el que la padece y hacia el interlocutor.
Dialogar no es lograr el triunfo personal de la razón, sino del acuerdo armonioso entre las partes. Si en un discurso se siembra la semilla de la discordia o la manipulación más que la del entendimiento, será un acto inútil y nocivo que bien merecería la pena evitar.
En definitiva hay gente que desconoce el valor del diálogo especialmente por la ausencia del que se tiene consigo. Escucharse, analizarse y ser reflexivo antes de mantener una productiva conversación con otros es primordial. Las diversas estrategias a ejercer para este fin son sencillas de encontrar y aprenderlas.
La comunicación es necesaria para una convivencia social correcta y siempre que se tenga una sana predisposición individual.
No es sano el diálogo con una insana actitud con quien no se ha sanado primeramente por dentro. Quien se ha reconciliado consigo mismo y ha curado sus heridas encontrará la manera perfecta de hacerlo con el resto.
David Valentín Torres
Escritor de filosofía y psicología