Las fechas navideñas han dejado de ser una época propicia de encuentros familiares y amistosos para convertirse en un desmadre de compras sin mayor sentido que el del único “compromiso emocional” basado en lo comercial.
“Te quiero porque te regalo esto o aquello”. “Toma este presente, feliz navidad”. Nada que ver con la esencia de una celebración que desde siglos se ha vivido con una aproximada muestra de reencuentros y conciliaciones pasando a transformarse, notablemente en las dos últimas décadas, en una superficial moda de reuniones difusas y de frenéticos obsequios con expectativas afectuosas.
La “vieja escuela” sabrá de esto y tal vez por ello, hoy en día, la soledad aborda a la gente con un ideal de la navidad más auténtico al igual que nostálgico.
Si las emociones se acentúan durante estas semanas, también ocurre con la susceptibilidad. La gente que añora el aspecto real de la familia y las amistades, la calidez y el verdadero afecto, sentirá una mayor predisposición a caer en un estado depresivo por la futilidad que expresa la sociedad, especialmente, en fechas tan significativas.
Y es que realmente la comprensión, el cariño sincero y la cercanía afectiva no se compran ni se compensan con vanos regalos. La navidad no es un compromiso puntual para saciar la concordia del resto del año, es una ocasión para afianzar cualquier clase de relación mediante la alegría de estar siempre ahí.
Nada puede suplir más al que sufre de soledad que la compañía con un constante gesto de afabilidad a concretarse en fechas señaladas como pueden ser las navideñas.
Si alguien se siente solo o sola debe entender que los motivos responden a una sociedad invadida, generalmente, por el consumismo que, a su vez, invita a llenar el vacío emocional con más facilidad que el de la asertividad.
Cuando la capacidad de acercarse o comunicarse con las personas sanea sentimientos y necesidades, se estará cumpliendo con la finalidad principal de la navidad. De este modo, la soledad no será una dolencia sino una opción.
Hay infinidad de personas solas mientras que otras tratan de llenarse a base de posesiones materiales. No hay duda de que los detalles son importantes, aunque siempre el mayor de ellos será el de la buena compañía. A veces basta con unirse a quienes requieren de un abrazo, de un eterno gesto de cariño y del apoyo incondicional en momentos claves de la vida.
David Valentín Torres
Escritor e investigador