- Su viuda no pudo evitar emocionarse al ver convertido en realidad el sueño de su querido Tony Gallardo
- El Cabildo culmina su inversión de 2,5 millones y entrega el testigo al Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana para su gestión
- El proyecto arquitectónico de Pedro Romera quedó finalista en el Festival Mundial de Arquitectura 2019
- El espacio estará jalonado por esculturas del artista
Las Palmas de Gran Canaria, 31 de enero de 2020.- Sombra, agua y piedra se dan la mano en el Parque Tony Gallardo, el primer espacio cero de Canarias gracias a las energías renovables que abrió ayer sus puertas ante la emoción de la familia del escultor al comprobar que su sueño no solo se había hecho realidad, sino que se ha convertido en reducto casi mágico cargado de simbolismos que respeta el espíritu de su ensoñación, ya que naturaleza y arte se funden para disfrute de la ciudadanía.
Con las palmeras como telón de fondo, este jueves tuvo lugar su puesta de largo durante una inauguración en la que el público recorrió el anillo que circunda los riachuelos mientras disfrutó de las voces del Coro Ensemble Nebula, de los tarajales, los balos y las siemprevivas, así como del arte inmortalizando uno de los riachuelos del pintor Carmelo García, que esperaba en otro rincón, hasta llegar al palmeral de la entrada norte, donde sonaban los acordes del pianista Diego Expósito.
El riachuelo de personas se impregnó de naturaleza al tiempo que atravesó este punto caliente de biodiversidad enclavado en el sur de Gran Canaria, donde el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, agradeció al Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana su colaboración para poder culminar el proyecto de rehabilitación en el que ha invertido 2,5 millones y poder entregarle el testigo para que gestione su uso público, un testigo que la alcaldesa, Concepción Narváez, tomó igualmente agradecida puesto que al fin ha podido ser inaugurado en lo que se constituyó como todo un acontecimiento por su importancia y por haber sido largamente deseado.
Y ello tras dos años y medio de trabajo del estudio encabezado por Pedro Romera, quien apuntó que detrás ha habido todo un equipo de 16 personas de arquitectos, ingenieros y hasta biólogos que realizaron un trabajo que finalmente quedó en Ámsterdam entre los diez mejores parques del mundo, pues además es totalmente ecológico y desconectado del exterior porque aprovecha todos sus recursos naturales.
La viuda de Gallardo, Mela Campos, casi prefería no hablar para que no se le quebrara la voz, pero finalmente reunió fuerza para manifestar que para ella era un sueño, pues además los paseantes tienen ventanas al parque desde los que observar, aparte de su naturaleza, las esculturas del artista.
“Creí que ya no lo vería, así tan bonito como está ahora, la rehabilitación que se ha hecho, y que se ha protegido la fauna y todo lo que hay, lo que con tanto esfuerzo hizo y que después estuvo tanto tiempo abandonado… las lágrimas me corren y cuando lo veo me emociono, me encanta, me puedo morir tranquila”, logró articular.
“Su legado lo tenemos que defender como sea, las generaciones, los nietos y todos los vecinos, y que venga el público a disfrutarlo, que es lo que Tony siempre quiso: que esto fuera un parque para que se aprendiera”, expresó al inicio del acto, que también contó con la consejera de Medio Ambiente, Inés Jiménez, y doscientos invitados que no quisieron perderse la ocasión.
Hace 24 años “nos dejó el escultor Tony Gallardo, uno de los artistas canarios más destacados del último siglo y parte de la diáspora artística canaria”, rememoró Morales, quien reseñó que “fue además un referente de compromiso político y con su tierra, y gracias a ello hoy la geografía de Gran Canaria está jalonada de su obra escultórica, un diálogo con el paisaje amado”, en palabras del propio Gallardo.
Y fue el propio Tony Gallardo el que también dejó escrito que el artista debe estar abierto a la llamada de la naturaleza y que este proyecto nació una singular mañana en la que escuchó el mensaje de las aguas fluyendo del suelo:
“Una luminosa mañana de enero, cesadas las lluvias, como por arte de magia, el viejo cauce del barranco se convirtió en laguna de calmosas aguas que fluían con fuerza de la tierra. El deseado líquido ocupó las depresiones del terreno, iluminando las zonas umbrías, y recreando en la tersa superficie la gloria de las Phoenix canariensis centenarias. El sueño de agua del palmeral se había hecho realidad. La naturaleza con su elemental sabiduría daba respuesta a todas las incertidumbres, pensé”.