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Elena Acosta: “Sin la interactividad con los diferentes públicos el museo carece de sentido”

 

La directora de la Casa de Colón desde 1991 se refiere a la importante misión que cumple este centro que el año que viene cumple 70 años de existencia

 

 

En Gran Canaria, a finales de la década de los 40, no existía Universidad. Para suplir esta importante carencia social, se insiste desde el Cabildo Insular, a través de su presidente en aquel momento, Matías Vega Guerra, en la necesidad de la creación de un espacio que dotara a la isla de un organismo de “alta cultura”. El 20 de septiembre de 1948 se crea el Archivo Histórico Provincial en la calle Colón y se inician las obras de remodelación de un edificio que, según la prensa de la época, debía convertirse en Palacio de la Cultura. Ya en los albores del nacimiento de la Casa de Colón, los diarios aplauden la iniciativa expresando los deseos de que la iniciativa “reverdeciera la historia isleña, rectificando lo erróneo, aclarando lo oscuro y dudoso y ampliando incluso la historia con hechos nuevos”, como apuntaba el periódico Falange en su edición del 25 de enero de 1950. Cuatro años después la Casa de Colón abría sus puertas al público.

 

En esta entrevista, su directora desde 1991, Elena Acosta Guerrero, cuya vinculación con el patrimonio cultural se inicia en 1976 tras responsabilizarse, hasta la fecha, de la coordinación de los Coloquios de Historia Canario-Americana, aclara la dimensión del citado museo americanista, convertido hoy en un icono arquitectónico del casco fundacional de la capital grancanaria, y en una de las estampas más emblemáticas y reconocibles de la isla.

 

¿Se ha transformado mucho el concepto de museo a lo largo de todos estos años?

 

Sí—no tanto como nos gustaría— pero sí, ha cambiado. El museo ya no es un espacio elitista, solo para profesionales especializados. Desde mitad del siglo XX y XXI todos los museólogos estamos trabajando para que los museos pertenezcan a la sociedad en la que se encuentran, sin renunciar a sus funciones tradicionales, como conservadores del patrimonio, como guardianes de la memoria. La Casa de Colón cumple no solo una función educativa, también, tiene una dimensión social. Los museos son de todos y para todos.

 

¿Cómo estima que debe ser la relación entre el patrimonio y la sociedad?

 

 

El patrimonio es ese valor de identidad, de pertenencia a una comunidad.  Es un espejo en donde nos vemos reflejados. El museo no está solo para ir a visitarlo, como era antes —entrar, salir y cumplir— sino que ha de servir de anclaje emocional, al mismo tiempo que debe proponerse despertar la curiosidad, generar la curiosidad para que el público pueda para investigar más sobre un artista concreto, un momento de la historia, sobre una escritora… Tanto los objetos en sí mismos, como el argumento de las exposiciones y la misma narración del museo, están transmitiendo un argumento cultural de conciencia social y de pertenencia. Y, esa, me parece que es una labor fundamental.

 

 

¿Qué papel juegan los visitantes?

 

 

Los museos conservan y restauran el patrimonio para las próximas generaciones, pero sin la comunicación y sin el diálogo con el púbico no son nada. El concepto de guardarlo todo y conservarlo para el futuro es un concepto del siglo XIX, y no es que renunciemos a esas funciones, no, son básicas y muy importantes, sino que ahora, el relato museístico, como vehículo de difusión y conocimiento, es primordial. La construcción del relato a través de los objetos y de las colecciones tiene un argumento narrativo fundamental para que las personas lo tomen y dialoguen con él. Ya los museos sin la interactividad con los diferentes públicos, sin que estén abiertos, carecen de sentido.

 

En concreto, la Casa de Colón sí que está en el imaginario colectivo de los isleños.

 

Claro, es un edificio emblemático, situado en el casco histórico de Las Palmas de Gran Canaria, junto a la Catedral, que el año que viene celebra su 70 aniversario.  Lleva setenta años protagonizando la proyección cultural en la ciudad y en el Archipiélago. Además, el museo forma parte, también, del imaginario de todos los niños y niñas. Hay quien viene porque recordaba los patios, los guacamayos…, pertenecen  al imaginario colectivo que tenemos de nuestra infancia. Si la patria es la infancia, como decía Rilke, pues la Casa de Colón pertenece a esa infancia. Por eso desarrollamos un trabajo muy importante con los colegios, porque nos parece que la actividad educativa de la institución es fundamental para aficionarlos al arte, y que conozcan la importancia del patrimonio cultural y la historia, pero —y ahí tenemos un gran reto— que no se quede solamente en esas visitas escolares. El museo tiene que ser una herramienta de conocimiento que nos acompañe durante todas las etapas de la vida.

 

Los museos albergan el patrimonio cultural y lo difunden, pero también mantienen una notable labor investigadora.

 

La investigación es importantísima e inherente a las colecciones y al sentido de un museo. Si tienes unas colecciones tienes que investigarlas porque cualquier pieza tiene que estar absolutamente documentada, lo que da pie a que se investigue y se difunda a través de diferentes soportes, ya sean seminarios, conferencias, publicaciones, etc., todo deriva de ese trabajo de investigación del museo.

 

¿Y en la Casa de Colón?

 

Para nosotros el eje fundamental es la historia de Canarias y sus relaciones con América y el Atlántico, y de ahí surge la revista científica ‘Anuario de Estudios Atlánticos’ y el fomento de la investigación, a través de los congresos y las publicaciones. Desde el museo ponemos en manos de las personas dedicadas a la ciencia las herramientas para que puedan trabajar, estando al día de la investigación historiográfica para que podamos producir nuevos contenidos. Tanto el Anuario, como los Coloquios de Historia Canario Americana, los seminarios y las publicaciones son nuestros instrumentos principales para la investigación en el museo.

 

¿Quién tiene acceso a toda esa información?

 

Esos trabajos de investigación están a disposición de la sociedad, en red y de forma gratuita para que su acceso sea universal.  Ahora, con las nuevas tecnologías —que nos ha costado mucho implantar— cualquier persona que lo desee puede consultar un tema concreto. Todo cumple con nuestra política de difusión de nuestras investigaciones para saber más de nosotros mismos. El rigor es fundamental para construir el relato museístico. La exposición en el museo es la punta del iceberg, detrás hay todo un trabajo enorme de investigación.

 

¿A quiénes tienen aun que abrir sus puertas los museos?

 

A todos. El museo o es social, o no es. El museo debe ser ejemplo, debe estar abierto a todos los colectivos, debe ser obligatoriamente inclusivo, cumplir con la accesibilidad universal. Nosotros somos una institución pública y estamos trabajando para la ciudadanía. La cultura es también una herramienta de transformación social y de conocimiento. Las nuevas tecnologías deben invadir el museo, además, nuestra presencia en las redes sociales nos permite una comunicación permanente y directa con la ciudadanía y facilita la interacción. Ahora lo estamos viendo. Los museos son las casas de todos, tienes que sentir que es tu casa, porque “el patrimonio es todo tuyo”. Nosotros realmente solo lo estamos conservando y dándolo a conocer, como algo fundamental de la cultura, del imaginario. Pero tiene que ser el público el que lo sienta suyo, el que lo use, el que se apodere de él participando en su oferta y en cualquiera de sus actividades programadas.

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