Canarias y Gran Canaria son un paraíso de biodiversidad. Nuestra excepcional situación geográfica ha hecho que concentremos un gran número de endemismos, especies animales o vegetales que solo se dan en nuestra isla, y en muchas ocasiones en espacios muy concretos. Los endemismos son “joyas” de la naturaleza, muestras de la enorme diversidad y adaptación al medio de las distintas formas de vida. Es un tesoro que tenemos la fortuna de disfrutar, pero también la responsabilidad de conservar, porque es un patrimonio compartido con todo el planeta.
Por este motivo, desde hace años, el Cabildo de Gran Canaria ha recurrido con enorme éxito al programa “LIFE”, la única línea de financiación de la Unión Europea dedicada de manera exclusiva a la protección y conservación del medio ambiente. Tal es así que, a día de hoy, Gran Canaria es el territorio europeo que concentra el mayor número de proyectos LIFE, ocho en total, una muestra del excelente nivel de nuestros técnicos medioambientales y del liderazgo de la institución en este campo, en conservar la vida natural. A través de estos proyectos, la UE aplica su programa de acción medioambiental con cuyo lema me identifico plenamente: “Vivir bien respetando los límites de nuestro planeta”.
La semana pasada presentamos el “Life Nieblas”, un proyecto pionero en Europa para recuperar bosques y acuíferos con atrapanieblas, un ingenioso sistema para captar agua de la bruma y de la llamada “lluvia horizontal”, capaz de recoger hasta 215.000 litros anuales de agua. Este torrente se utilizará para repoblar, con 20.000 árboles de distintas especies de laurisilva, 33 hectáreas quemadas y con alto riesgo de desertificación en las laderas del Barranco de la Virgen, situado al oeste de Valleseco, en la zona norte de la isla.
La UE ha elegido este proyecto para la mitigación del efecto del calentamiento global entre mil candidaturas y le ha concedido 2 millones de euros para los próximos 4 años. El reto que nos planteamos es el de transformar un espacio, la Selva de Doramas, que fue esquilmado durante siglos por la tala para la comercialización y utilización de la madera, la extracción masiva de agua de los acuíferos y por un gran incendio. Queremos que de esta experiencia surja un modelo de recuperación medioambiental que sea una avanzadilla en Gran Canaria donde el 90 por ciento del suelo se encuentra sometido a un gran estrés hídrico por la reducción de las precipitaciones y en riesgo alto y muy alto de desertificación.
Los resultados servirán para implantar esta experiencia en la Cuenca del Mediterráneo y en otras zonas de Europa, lo que contribuirá a convertir a Gran Canaria – junto a otras iniciativas que ya estamos ejecutando- en un referente en la lucha contra los efectos del cambio climático. El proyecto también supone una importante labor de colaboración y cooperación ya que trabajaremos con la empresa pública Gesplan, el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias, el Instituto Tecnológico de Canarias, la Universidad de La Laguna, la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Cataluña y la Comunidad Intermunicipal Viseu Dão Lafões de Portugal, donde serán testados los primeros resultados cosechados en Gran Canaria.
Este ambicioso proyecto se une a una serie de experiencias exitosas que se han venido desarrollando en los últimos años. El “Life Inagua” se concentró entre 2008 y 2012 en favorecer la recuperación del pinar endémico macaronésico afectado por el gran incendio forestal que se produjo en 2007, así como en mejorar el estado de conservación de la flora y fauna dañada por el fuego en este espacio que cuenta con la declaración de Reserva Natural Integral. Los resultados fueron singularmente destacados, en especial la recuperación el pinzón azul de Gran Canaria, cuyo hábitat había sido seriamente perjudicado con una reducción drástica del número de ejemplares y el consiguiente riesgo de extinción.
Esperanzados por estos datos y con el objetivo de reforzar la población de esta ave endémica de la isla en 2015 comenzó el LIFE+ Pinzón, que perseguía el aumento de ejemplares de “pinzul” a través de la cría en cautividad y la expansión de su hábitat con la plantación de 80.000 pinos canarios en los corredores ecológicos de la Cumbre Central y Tamadaba. La acción conjunta de ambas actuaciones consiguió que la población de esta especie pasara de 316 ejemplares en 2016 a 430 en 2019. Esperamos que el control de especies predadoras introducidas como los gatos asilvestrados y la reforestación y mejora de los acuíferos sigan favoreciendo la expansión natural de esta especie.
En el ámbito de la recuperación de aves autóctonas cabe destacar el Life Rabiche que nació para conseguir la plena reintroducción de la Paloma Rabiche, una especie endémica que se extinguió en Gran Canaria tras coexistir con los aborígenes y que se calcula que sobrevivió hasta hace un siglo. Como en el caso del pinzón, la recuperación de los hábitats, en esta ocasión los bosques de laurisilva, juega un papel fundamental. En 2017 concluyó con el saldo de 214 palomas liberadas y casi 175.000 árboles plantados, además con un porcentaje de supervivencia cercano al 80%, lo que constituye un gran éxito.
Uno de los principales problemas ambientales que afronta Gran Canaria es el de las especies invasoras que en un ecosistema pequeño, complejo y frágil como el nuestro presenta un alto riesgo de destrucción de flora y fauna. Este es el caso de la culebra californiana una especie de serpiente introducida que ha encontrado en nuestra isla un medio idóneo muy parecido al de su origen, provocando su expansión descontrolada. Con el objetivo de frenar su crecimiento en 2011 se puso en marcha el Life Lampropeltis que consiguió capturar 3.264 ejemplares hasta 2015, alcanzando el objetivo de frenar su multiplicación, estableciendo un protocolo de captura y alerta temprana y concienciando a su vez a la población.
Uno de los ejemplos de iniciativas destinadas a la reforestación y restauración de hábitats es el Life Guguy, concebido para conservar el bosque endémico de cedros y sabinas, los brezales macaronésicos y los bosques de pino canario del Macizo de Guguy, en el municipio de La Aldea de San Nicolás. Un proyecto casi heroico por lo escarpado y elevado del terreno en el que se desarrolla, 1006 metros en el caso de Montaña de Los Cedros y 1065 en el de la Montaña de Los Hogarzos, en el que ya se usaron los captadores de niebla que el proyecto Life Nieblas pretende optimizar. Pese a las dificultades, se consiguieron importantes avances en la restauración de hábitats y control de especies invasoras, fundamentales para conseguir la regeneración natural a corto y medio plazo.
Con fines muy similares al “Nieblas” el Cabildo de Gran Canaria participa en el Life Green Link para la restauración de áreas desertificadas con un método innovador destinado a plantar árboles en el corredor mediterráneo y adaptarse al cambio climático. En este caso se realizan reforestaciones en zonas áridas y desertificadas, usando el Cocoon, una “caja de agua” o palangana eficiente, de bajo-coste y 100% biodegradable, que se planta junto al árbol y le proporciona agua en los primeros momentos, los más críticos para la supervivencia de la planta. Este sistema ha aumentado hasta un 100% el éxito de las reforestaciones.
Como el propio nombre (life) indica, todos estos proyectos tienen un objetivo común, el de proteger la vida natural y garantizar la protección de la biodiversidad, una de las principales riquezas con las que contamos. El nivel de excelencia alcanzado por el Cabildo de Gran Canaria en la gestión de estas iniciativas es una de las bases sobre las que se asienta la ecoisla, el proyecto de hacer de Gran Canaria un modelo de desarrollo sostenible, combinando crecimiento económico con la protección del medio ambiente el bienestar y la justicia social.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria