- Canarias suma treinta nuevos casos de cáncer infantil cada año
- Estará en un edificio cedido por el Cabildo de Gran Canaria
- Se han sumado los tres cabildos de la provincia, Gran Canaria con 200.000 euros y Fuerteventura y Lanzarote con 100.000 cada uno
- Acogerá a ocho familias durante el tratamiento oncológico
Las Palmas de Gran Canaria, 18 de diciembre de 2020.- Las obras de rehabilitación del edificio cedido por el Cabildo grancanario a Pequeño Valiente para acoger pacientes con cáncer infantil de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura arrancarán con el nuevo año para ofrecer residencia a ocho familias y todo el cariño posible para que la dura noticia de tener que recibir tratamiento oncológico quede arropada con este hogar que ofrecerá residencia, apoyo y hasta diversión para distraer en lo posible a los más pequeños.
El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, quien compareció junto a su homólogo de Fuerteventura, Blas Acosta, y la consejera de Bienestar Social de Lanzarote, Isabel Martín, elogió una vez más la labor que realiza Pequeño Valiente, a quien la Institución insular cedió un edificio de la calle Bravo Murillo para su sede, ya en marcha con servicios para las familias, y posteriormente le cedió también el edificio contiguo para rehabilitarlo como centro residencial.
Y es que Canarias registra cada año 30 nuevos casos de cáncer infantil, una noticia que impacta de lleno en las familias que, además de encajar esta noticia, se encuentra con el inconveniente de los desplazamientos por vivir en una zona alejada o en otra isla.
Por ello, el proyecto, que tiene un coste de 700.000 euros, cuenta con otra aportación del Cabildo de Gran Canaria, en este caso de 200.000 euros, a los que se suman 100.000 aportados por Fuerteventura y otros 100.000 por Lanzarote, puesto que la casa acogerá familias de estas islas, incluso de fuera de la provincia.
José Jerez, presidente de Pequeño Valiente, agradeció asimismo la implicación institucional para que prospere este proyecto que será accesible y eficiente, pues aunque estará en un edificio clásico de mediados del siglo XX, la fundación apuesta por la modernidad de sus prestaciones, sistema energético y por su accesibilidad.
Tendrá zonas comunes como una gran cocina, comedor y salas de estar donde las familias también compartirán sus experiencias y se apoyarán, habitaciones con baños propios, sala de juegos, y todo alrededor de un patio de luz que garantiza tanto la ventilación como la claridad natural también a través de su fachada.
El patio interior albergará en su planta inferior juego y algarabía los días que sea posible y, además, los niños y las niñas que pasen por el hogar podrán personalizar el árbol de la vida que protagonizará una de sus paredes en representación del gran futuro que esperan que tengan tras el tratamiento, que aunque es duro, la fundación espera inmiscuirse en su inocencia para lograr que finalmente, concluyó la arquitecta Lara Martínez, se lo pasen pipa.