La Agencia Internacional de la Energía acaba de hacer un llamamiento urgente a que acabemos a toda prisa con el uso de los combustibles fósiles. La realidad es que seguimos sustentando en ellos la producción de energía y como consecuencia matando a millones de seres vivos y destruyendo paisajes y hábitats naturales. El calentamiento del planeta avanza cada día peligrosamente, y no parece que queramos hacer caso de las señales que tenemos cada día ante nuestros ojos, aunque ya nadie duda de que no hay alternativa mayor para combatirlo que las renovables, que las energías solar y fotovoltaica y el almacenamiento sostenible en sistemas aislados como el canario.
El pasado jueves 13 de mayo el pleno del Congreso de los Diputados dio el visto bueno definitivo a la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Nace con el objetivo estratégico de erradicar las emisiones de CO2 en 2050 -en sintonía con los objetivos de la UE y el Acuerdo de París- y para conseguirlo se fija como absolutamente necesario dejar atrás los combustibles fósiles y transformar radicalmente la economía. Propone igualmente que en 2030 las emisiones del país se deberían reducir en, al menos, un 23% con respecto a las de 1990 y que las energías renovables alcancen una penetración mínima de un 42% en el consumo de energía final consiguiendo así un sistema eléctrico con un 74% de generación a partir de energías renovables, frente al 40% actual.
La mayoría del arco parlamentario –también la Ministra Ribera -considera que esta Ley llega con más de 10 años de retraso, que eso afecta negativamente y que no admite dilaciones en la ejecución de sus propuestas. Estoy totalmente de acuerdo. Probablemente también le falte algo de ambición en algunos aspectos, pero lo importante es que ya contamos con ella. Ahora a seguir sumando esfuerzos, como los que hace el Cabildo de Gran Canaria. Llevo años defendiendo un modelo de transición energética renovable para esta tierra y en estos momentos el Cabildo de Gran Canaria tiene como norte un proyecto integral de desarrollo sostenible –que se enmarca en el concepto de Ecoísla- que apuesta por la soberanía energética rompiendo nuestra dependencia de los combustibles fósiles y proponiendo un sistema de almacenamiento de la energía -el Salto de Chira- que se basa en un sistema de bombeo utilizando dos de las presas más importantes de la isla (Chira y Soria)
Hace unas semanas, el mismo Ministerio hizo pública su voluntad de poner en marcha un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de renovables innovadoras, almacenamiento e hidrogeno verde. Se reconoce así que el despliegue de energías renovables precisa grandes baterías que las acumulen y convertir embalses en almacenes de energía mediante sistemas de bombeo.
En ese objetivo de avanzar en las renovables combinadas con los sistemas de bombeo hidroeléctricos, la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA) ha afirmado que la “energía hidroeléctrica es un elemento esencial y central en la penetración de las renovables por su flexibilidad y capacidad de almacenamiento” y que “para cumplir con el Acuerdo de Paris es imprescindible impulsar la energía hidroeléctrica sostenible”.
Las energías renovables y la eficiencia y el ahorro energéticos son vectores estratégicos para hacer frente a la crisis climática mundial. Dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero mundial están ligadas a la quema de combustibles fósiles. En Europa los procesos energéticos convencionales producen un 78% de las emisiones totales. Según un estudio de Greenpeace y el CREA, la contaminación por petróleo, carbón y gas causan 4,5 millones de muertes al año (40.000 son de niños menores de cinco años) y supone una pérdida de 8.000 millones de dólares al día.
El cambio climático es, según la ONU, la mayor amenaza sanitaria mundial. Según el informe GEO, alrededor del 25% de las muertes y las enfermedades mundiales se deben a las condiciones ambientales. La contaminación ambiental causa anualmente 800.000 muertes prematuras en Europa. En el planeta el número de muertes por polución es de 8,8 millones. Es la causa de uno de cada cinco fallecimientos en el mundo.
La contaminación y el calentamiento global son los causantes principales del avance en el planeta de la desertificación, la sequía y la escasez de agua, la destrucción de hábitats, el deshielo de los polos, la polución del aire, los tifones y huracanes violentos en lugares inusuales, la destrucción de ecosistemas marinos, la extinción de especies… Según el Índice Planeta Vivo, la población del mundo de peces, aves, anfibios, mamíferos y reptiles disminuyó en un 58% entre 1970 y 2012. Según la OCDE, en 2050 se reducirá un 10% en Asia, Europa y Sudáfrica.
El cerco a la contaminación y al calentamiento global, y la lucha contra las muertes y la pérdida de biodiversidad que producen, pasa necesariamente por las renovables y por sistemas de almacenamiento sostenibles. Creo que es absolutamente obvio e incuestionable. A pesar de ello en los últimos meses han ido surgiendo movimientos, en distintos lugares de las geografías peninsular e insular, demandando moratorias a la instalación de parques eólicos y fotovoltaicos, alegando afecciones al paisaje, al territorio y a la biodiversidad y denunciando la ausencia de planes de ordenación.
A nivel estatal se ha creado la Alianza Energía y Territorio (ALIANTE) y han aparecido distintos grupos de oposición a la instalación de nuevas plantas de renovables en Cataluña, Baleares, La Rioja, Castilla La Mancha, Aragón…En Canarias la Comisión Autonómica de Evaluación Medioambiental ha propuesto aplicar el “principio precautorio” y no dar más autorizaciones para parques eólicos y fotovoltaicos hasta valorar su impacto en especies y en aves. En Gran Canaria contamos, además, con la Plataforma Salvar Chira-Soria que se opone a la central hidroeléctrica renovable Salto de Chira.
Cada vez con mayor insistencia nos olvidamos del problema global y nos centramos en que nos molestan en el paisaje los molinos, las placas fotovoltaicas o las torretas. Y es obvio que todo el proceso de introducción de energías limpias debe realizarse con las garantías medioambientales que se precisen para la protección del territorio y la biodiversidad. Lo que no cabe es impedirlo y no hacer nada. Pero me temo que estamos ante lo que plantea Andreu Escrivá en Muy Interesente: “Hemos pasado del negacionismo del cambio climático al negacionismo de las soluciones”.
Por distintas razones, se esta poniendo en riesgo, sin ningún tipo de dudas, el desarrollo de las energías limpias imprescindibles para combatir el calentamiento global, enfermedades, muertes prematuras, pobreza y migraciones climáticas, desaparición de hábitat y especies. Y no hay más alternativas que consumir menos recursos y quemar menos combustibles fósiles, como decía recientemente Ana María Alonso, directora del Instituto Geológico y Minero.
El pasado 12 de mayo, Xavier Pastor, exdirector de Greenpeace escribió un artículo en El País, titulado “En defensa de las renovables”, en el que se realizan algunas afirmaciones que me parecen muy oportunas en estos momentos. A este biólogo militante de la causa ecologista le resulta increíble que se realicen manifestaciones de colegas suyos que no son del mundo “del carbón el petróleo y el átomo” contra las energías renovables “cuando estamos en el camino hacia conseguirlo por puras razones de supervivencia”. Y afirma: ¿No nos creemos de verdad que estamos ante una emergencia climática?” “¿No nos damos cuenta de que nuestro medio ambiente, nuestra salud y nuestra economía están bajo una amenaza existencial y que las energías renovables son nuestra salvación?” Pastor asegura que no actuar no es la solución, que demandar moratorias es una irresponsabilidad y que instalar renovables en zonas urbanas, azoteas, en hogares y empresas de autoconsumo no son suficientes: “Es necesario desarrollar parques solares y eólicos a gran escala y no han de suponer un daño duradero, sino instalaciones temporales que podrían ser sustituidas en décadas próximas a medida que la tecnología avance (…) Prestar temporalmente pequeños fragmentos de nuestra tierra y nuestro mar a la eólica y la solar durante las próximas décadas es una de las mejores cosas que podemos hacer para protegernos de una amenaza mucho más grave y cuyos efectos ya se perciben claramente”.
Frente a los que esgrimen el argumento de las afecciones al paisaje como objeción, Luis Fernández-Galiano, en un texto que titula “Paisajes Productivos” plantea que “nada es más urgente que la construcción de los paisajes que hagan posible la transición energética del Green New Deal. Aunque no sean verdes”. Habla de paisajes modelados por la historia que necesitan ser ahora puestos a disposición de la sostenibilidad. Que la emergencia climática y la descarbonización de la economía deben dar paso a territorios donde se desplieguen los colectores solares y los molinos eólicos que permiten obtener energías renovables. Que las visiones sublimes y placenteras del paisaje, las utopías desurbanistas y movimientos neo rurales excluyen la mirada del “hinterland como principal depósito de los flujos de alimentos y energía que hacen posible la vida urbana”.
La “bucolización” del paisaje sin más, la concepción “pastoril” del mundo rural frente a los retos de su supervivencia, suponen un obstáculo para su futuro. Para algunos sectores de la población, las nuevas tecnologías, el avance de la modernidad del agro, se ve como una amenaza. La Arcadia feliz como espacio para el relax y la contemplación es un lugar intocable – a pesar de sus necesidades- para muchos urbanitas que no renuncian a darle al interruptor y tener toda la electricidad que precisen, que no renuncian al aire acondicionado, a la calefacción o a los electrodomésticos de última generación. Como plantea el filósofo Ramón del Castillo “la derecha está cada día más encantada con una izquierda que transige con la ecología espiritualista, porque así ella puede reivindicar la ecología realista”.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria