El pasado 30 de mayo escribí un artículo, titulado “Renovables imprescindibles”, en el que defendía la necesidad de impulsar la penetración de las energías renovables en el planeta. Y, por supuesto, en este archipiélago anclado en medio del Atlántico. Insistía en ese texto en que se trata de una necesidad imperiosa. Que no caben dilaciones para hacer frente al cambio climático y al calentamiento global, producido en gran medida por la quema de combustibles fósiles que provoca las millones de muertes que se producen cada año en el mundo a causa de la contaminación y el aumento de las temperaturas. No podemos mirar para otro lado, o para nuestro ombligo, y hacer oídos sordos ante los desastres naturales, las migraciones climáticas, la pobreza, la desaparición en unos pocos años de un 58% de la población mundial de peces, aves, anfibios, mamíferos y reptiles o la pérdida irreparable de biodiversidad.
Citaba, en aquella reflexión semanal que comparto con ustedes, a científicos y organizaciones internacionales que claman una y otra vez por la descarbonización y el cese del uso del petróleo, el gas o el carbón. La UE, el acuerdo de París, la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la Agencia Internacional de la Energía Renovable ( IRENA)… No existen discrepancias entre todos los organismos al afirmar que solo la eficiencia, el ahorro y las renovables pueden conseguir frenar la deriva peligrosa y suicida a la que está abocado el planeta.
Y hacía esta reflexión pública, hace apenas trece días, porque me preocupan enormemente las posiciones que se están adoptando en el conjunto del estado por distintas organizaciones ecologistas, defendiendo una moratoria ante la penetración de las renovables, lo que en realidad supondría una paralización en toda regla, para la que se recurre a argumentos como los de la falta de planificación y participación ciudadana, la afección a la flora y la fauna, la intervención negativa en el paisaje, la privatización de los recursos naturales y la necesidad de nacionalizar la energía, o la sustitución por alternativas como el autoconsumo…
Defendía -y defiendo- que me parece una enorme irresponsabilidad parar ahora la penetración de las renovables. Proponer una moratoria para repensar el modelo y abrir un debate sobre la planificación, las normativas para la gestión del territorio, la participación ciudadana, la nacionalización de la energía…supondría una paralización sine die en la penetración de las renovables y una continuidad en el uso de los combustibles fósiles de forma irresponsable y peligrosa.
Para explicar esta tesis recurrí a un artículo de Xavier Pastor, ex director de Greenpeace, publicado en El País (“En defensa de las renovables”) en el que mantenía que no se puede en estos momentos parar la penetración de las energías limpias a gran escala, y que los parques eólicos y fotovoltaicos son instalaciones temporales para los que se cede durante un tiempo limitado pequeños fragmentos de nuestra tierra y nuestro mar con el fin, absolutamente legítimo, de protegernos de la grave amenaza que vive el planeta. Citaba también a Andreu Escrivá que escribió en Muy Interesante que “Hemos pasado del negacionismo del cambio climático al negacionismo de las soluciones”. Y al filósofo Ramón del Castillo: “La derecha está cada día más encantada con una izquierda que transige con la ecología espiritualista, porque así ella puede reivindicar la ecología realista”.
Nada más publicar mi artículo, recibí un tweet, muy respetuoso y dialogante, de Alianza Energía y Territorio (ALIENTE), que aglutina a organizaciones de distintos lugares del estado que exigen la moratoria a las renovables, derivándome a un artículo (“La irresponsabilidad de imponer un modelo de renovables a gran escala”) que habían publicado en El País, el 26 de mayo pasado, en el que defienden ir más despacio con la planificación de los proyectos eólicos y fotovoltaicos “para evitar que el rechazo social haga fracasar la necesaria transición energética”. Proponen un debate sereno, pero no comparto que eso pase por parar la implantación de las energías limpias. Porque lo que plantean nos llevaría a años de suspensión en la penetración de las renovables y, por tanto, a seguir quemando combustibles fósiles. Seguir matando al planeta, a su gente, a su biodiversidad.
En Gran Canaria las formas son bien distintas. Algunos de los colectivos que participan de la idea de proponer una moratoria a la penetración de las renovables, y de oposición a la propuesta del Cabildo de Gran Canaria y REE de propiciar un sistema de almacenamiento hidroeléctrico apoyado en las dos grandes presas de Chira y Soria, han elegido un tono de enfrentamiento y de descalificaciones visceral e injurioso. Se está propiciando así una brecha significativa en el movimiento ecologista y una radicalización en el discurso y en el desprestigio de las personas y las instituciones que defendemos posiciones diferentes.
Después de más de una década de debate sobre el Salto de Chira, después de años de lucha para evitar la penetración del gas -porque habría supuesto la paralización de las energías renovables- después de pelear año tras año contra la corrupción ligada a los concursos de distribución de MW, contra la falta de planificación y de incentivos y de trabajar por la creación de marcos legales para hacer posible la introducción de las energías limpias, ahora resulta que hay que pararlo todo y dejar que se sigan quemando fósiles en las centrales térmicas de la isla. Pararlo todo, frenar el proceso iniciado y abrir un debate de años y años, dicen, para ver qué desarrollo económico queremos para Canarias, qué modelo energético, qué modelo de generación y de almacenamiento, qué propuesta de lucha contra el cambio climático, qué modelo de ordenación del territorio, cómo hacerlo de manera más democrática… Como si estuviéramos en un sistema no democrático, como si no tuviéramos leyes para la protección de nuestro territorio, como si no lleváramos años debatiendo y peleando para conseguir lo alcanzado, como si algunos partidos políticos no lo tuvieran integrado en sus programas y la gente no los hubiese votado… Como si en el Cabildo de Gran Canaria no estuviésemos defendiendo un modelo de desarrollo ecosocial, de ecoísla, que profundiza en todo eso. Como si no fuéramos conscientes y sensibles con nuestra isla y sus hombres y mujeres.
La totalidad de los partidos políticos presentes en el Parlamento de Canarias, junto a científicos, profesorado de la ULPGC, organizaciones sociales, ecologistas canarios con una trayectoria impoluta o personas que hemos estado trabajando desde las instituciones o en movimientos ciudadanos como la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y hemos sido sometidas a campañas brutales –empresariales y mediáticas- por nuestra negativa a permitir la instalación de una regasificadora en la isla o a la implantación del gas ciudad y por defender un futuro renovable, estamos ahora sufriendo ataques sistemáticos en las redes y en algún que otro medio que da pábulo a difamaciones y cábalas.
Ahora, el discurso conspiranoico y la campaña de bulos se dirigen a las instituciones gobernadas por el PSOE, Podemos y Nueva Canarias, o a responsables políticos como el Presidente del Cabildo, señalándonos como supuestos ejecutores de políticas al servicio de los fondos buitres y de las eléctricas multinacionales, convirtiéndonos así en destructores del territorio, el paisaje y la diversidad. Y me imagino que pensarán entonces lo mismo de Xavier Pastor, o de Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España que, el sábado 21, declaraba en El País que en España “no puede haber ahora moratorias a las energías renovables”. O de Lluis Serra, rector de la ULPGC, que planteaba hace unos días que “es curioso cómo algunos movimientos ecologistas locales entran a menudo en contradicción con el ecologismo global internacional. ¿Qué preferimos: mantener un microsistema local intacto o contribuir a frenar el calentamiento global y el cambio climático?”. O de Joan Herrera, ex director del IDAE y ex diputado de Izquierda Verde IU-ICV, que escribió en La Vanguardia el pasado 13 de mayo un artículo titulado “Renovables: avanzar, condicionar, nunca paralizar”, donde afirma que ¨paralizar los proyectos de energías renovables es dar un aval a los ciclos combinados, a una mayor contaminación, al bloqueo de la electrificación de la movilidad y al continuismo de las nucleares”.
Soy absolutamente partidario de extremar las medidas de control de los parques instalados, de garantizar la protección de nuestra biodiversidad con las medidas correctoras y medioambientales que se precisen, de avanzar hacia la democratización de la energía impulsando el autoconsumo y la propiedad pública de la producción, de incentivar la eficiencia y el ahorro, de agilizar un modelo de generación distribuida y más flexible, de separar los aerogeneradores de las viviendas… pero todos aquellos parques eólicos y fotovoltaicos o centrales de almacenamiento como el Salto de Chira que cumplan con las leyes y los planes con los que nos hemos dotado para gestionar el territorio y con los estudios de impacto medioambientales que establece nuestro marco jurídico, no deben ser paralizados. A no ser que queramos aplazarlo todo sine die para abrir un debate de incierto final o volver al modelo que nos querían imponer, y que se ha votado favorablemente en el Cabildo de Tenerife el pasado 30 de mayo: reclamar el gas como alternativa energética. O la aberración que propone VOX. Según ellos, se están implantando de manera “descontrolada” las renovables, que son además “muy caras” lo que ha encarecido la electricidad en Alemania, por lo que la alternativa solo pasa por las nucleares, mucho más baratas.
Y mientras tanto, crece la confusión y las dudas ante esta campaña que no da respuestas a la emergencia climática ni a las directrices del acuerdo de París para frenar el calentamiento global. En realidad, solo beneficia a las petroleras mientras ponemos en riesgo nuestra supervivencia.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria