Sin nuevas infraestructuras comerciales y de ocio que completen la experiencia vacacional de nuestros visitantes, el esfuerzo inversor que la planta hotelera quiere seguir asumiendo, se queda estéril e incompleto para atraer a buena parte de los clientes que buscan un destino divertido y dinámico.
Durante la pasada década, la aprobación de la ley de renovación y modernización turística de Canarias de 2013, el sector turístico de las islas pudo desarrollar Planes de Modernización y Mejora en los principales municipios turísticos del archipiélago.
Estos instrumentos permitieron a numerosos establecimientos, construidos en una época en que las necesidades y funcionamiento del mercado eran totalmente distintas a las actuales, adaptarse a las nuevas tendencias y normativas, mejorando la funcionalidad de sus instalaciones, su categoría y posicionamiento; aumentando empleabilidad, y productividad.
En muchos casos el coste de estas transformaciones no hubiese podido ser asumido por pequeñas empresas y comunidades de propietarios, cuya rentabilidad, dado el estado que presentaban determinados complejos, era precaria. Los incentivos que ofrecían estos planes denominados por todos PMM, permitían un incremento de la rentabilidad, aumentando las unidades alojativas del establecimiento, de acuerdo a la inversión que se hiciera y al aumento de categoría producido.
La modernización de los establecimientos generó por tanto, además de la dinamización en el sector de la construcción que traían dichas reformas, la creación de puestos de trabajo permanentes, ya que los nuevos establecimientos resultantes precisaban de un número mayor de empleados.
Las arcas públicas incrementaron sus ingresos, porque si bien en algunos casos se establecían exenciones para las licencias de obra, prácticamente en todos los casos se generaron mayores aprovechamientos en las parcelas, que devengaban pingües plusvalías a los ayuntamientos a través de los Convenios urbanísticos. Conforme a la ley de renovación, esos fondos debían usarse a su vez para mejorar los entornos públicos de los establecimientos modernizados, cuestión que no siempre se materializó correctamente.
Por desgracia la mayoría de estos PMM fueron anulados en los tribunales aludiendo defectos o carencias en las formalidades necesarias para la aprobación de los mismos, causas iniciadas a veces por quienes creyeron ver en la mejora de los demás una amenaza, sin que en ningún caso se pudiese argüir mal uso de los mismos o falta de efectividad para el fin para el que se diseñaron.
Sin embargo los centros comerciales y de ocio de las zonas turísticas, infraestructuras complementarias esenciales para el sector, quedaron apartados y fuera de los planes de modernización. Con una propiedad atomizada, organizada en turbulentas comunidades en su mayor parte, no pudieron llegar a acuerdos ni aprovechar los beneficios que dichos planes podían ofrecerles.
Tras estos años de incertidumbre en los que no se vislumbraba un horizonte claro sobre nuestro sector, echamos de menos tanto las mejoras de las infraestructuras públicas como las de esta oferta comercial y de ocio. Sin ir más lejos, en las zonas maduras de la isla de Gran Canaria
tenemos vergonzosos ejemplos de grandes áreas comerciales cerradas, que fueron pasto de las llamas, inseguras, obsoletas, convertidas en zonas de ocupación. Si no incentivamos su salto al siglo XXI poco van a importar los esfuerzos realizados para que el resto de los servicios y alojamientos ofrecidos al cliente estén actualizados y sean excepcionales.
Hace años que se espera la puesta en marcha de nuevos planes generales de ordenación en los municipios turísticos que incluyan los incentivos ya propuestos por los PMM de los diferentes municipios, pero la experiencia demuestra la dificultad de que un PGO llegue a concretarse, y desde luego no se hará nunca en un año preelectoral.
Por tanto, desde la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo consideramos imprescindible y urgente la puesta en marcha de nuevos planes de modernización y mejora PMM, que permitan la renovación continua de nuestra planta alojativa y haga atractiva la inversión también a los propietarios de los centros comerciales, para que sus transformaciones permitan que nuestros clientes disfruten de un concepto moderno de compras, hostelería y ocio.
Cualquier tipo de dispensa fiscal o aportación económica que se conceda a estos efectos será sin duda recuperada en un futuro, debido al incremento de la actividad económica generada que podría simplemente desaparecer en caso contrario.
Es igualmente una cuestión estructural y esencial que el gobierno autónomo ejerza de manera urgente las competencias que nuestro Estatuto de autonomía nos otorga sobre el litoral, a fin de facilitar la renovación de vetustos centros comerciales que lindan con nuestras playas y que actualmente perjudican gravemente la imagen de estas.
Las playas y el uso turístico de la costa desde la sostenibilidad y el respeto son factores esenciales en el turismo de Canarias. Sólo podremos competir con el resto de la costa española y mediterránea si tenemos en cuenta la calidad en la oferta de restauración y ocio que ofrecen, las bodas, los eventos musicales, la restauración a pie de playa, que actualmente brillan por su ausencia en Canarias.
Debemos seguir trabajando para mantener nuestra competitividad turística, debemos ofrecer todo lo que esperan encontrar nuestros visitantes. Tenemos un sector turístico con ganas de seguir renovándose, experto y profesionalizado en un destino seguro y amable, pero estamos suspendiendo en la experiencia de ocio, diversión, y comercio. Instamos a las administraciones responsables Ayuntamientos turísticos y Gobierno autónomo, a facilitar, incentivar y estimular con las medias urbanísticas y fiscales adecuadas, su regeneración.