El pasado viernes celebramos el centésimo décimo aniversario de la creación del Cabildo, del Gobierno de Gran Canaria. Reconocimos ese día a personas y colectivos que se han significado por sus trayectorias sociales o profesionales. La perspectiva de once décadas desde su constitución nos permite valorar serenamente una de las decisiones históricas que justifican en gran medida el progreso y el dinamismo que la isla ha desplegado en el último siglo.
Estoy convencido de que quienes el 11 de julio de 1912 promovieron la Ley de Cabildos, hoy celebrarían con la ciudadanía isleña el acierto y la oportunidad de aquella Ley sobre Organización Administrativa y Representación a Cortes en las Islas Canarias que sustentó la creación de los cabildos insulares.
La historia de Gran Canaria se aceleró con la puesta en funcionamiento del Cabildo porque la institución ha funcionado como catalizador, referencia y expresión de las necesidades estructurantes de nuestra sociedad. Así ocurrió con las demandas sanitarias o de protección social, de conservación o repoblación de nuestros bosques, de garantía de suministro de agua con una red de presas única en el mundo, con la ampliación del puerto de la Luz y Las Palmas o más recientemente con la reivindicación y consecución de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Estas son las raíces de las que se nutre el afecto, el aprecio que nuestra gente siente por una institución que está cumpliendo la misión para la que fue creada. Y podría seguir profundizando en cientos de testimonios acerca de ese sentimiento de pertenencia e identificación que se ha ido tejiendo entre el Cabildo y la isla.
Y tan importante como aprender de la historia es comprobar que no renunciamos a construir un futuro mejor para esta tierra, que avanzamos como sociedad y que las personas y entidades reconocidas en este aniversario ejemplifican de manera sobresaliente la creatividad, el esfuerzo, la solidaridad, la resiliencia en áreas muy diversas… y todas, con su aportación individual o colectiva, contribuyen a ensamblar una isla atractiva, tolerante, integradora e innovadora.
Gran Canaria es una pasión que nos convoca a todas y a todos a impulsar propuestas de desarrollo sociales y económicas sostenibles, innovadoras, referenciales. La trayectoria de las personas y los colectivos premiados son historias de vida que engrandecen nuestra convivencia. Vivimos mejor y cimentamos con firmeza nuestras proyecciones de futuro por las aportaciones que han sembrado en esta tierra.
Con el acto del pasado viernes, esta isla, orgullosa y agradecida les ha devuelto esa contribución impagable. Reconocemos ese esfuerzo valioso, pero al mismo tiempo marcamos un modelo, una referencia para que la sociedad la tenga en cuenta y prosiga el camino que han iniciado.
Escuchamos a nuestro alrededor que vivimos tiempos de incertidumbre y desconcierto. Pero desde Gran Canaria podemos proclamar que tenemos faros y guías en las personas y entidades galardonadas porque todas tienen dimensiones de las que aprender, a las que imitar, ejemplarizantes. Frente a la cultura del pesimismo hoy tenemos pruebas para afianzar la cultura de la ilusión y la esperanza. No basta con tenerlas entre nosotros sino que es imprescindible reconocerlas y visibilizarlas como hacemos cada año desde el Cabildo.
Aquella decisión de crear los cabildos hace 110 años dio sus frutos porque se asentó en tres aciertos que se han confirmado a lo largo de la historia de Canarias como indispensables para organizar nuestra convivencia: respeto a la singularidad isleña, representación democrática del Cabildo y el autogobierno que le permite disponer de hacienda propia.
Ha costado siglos que las instituciones estatales y europeas comprendieran nuestras singularidades. Lo más fácil era equipararnos a territorios continentales y colocarnos en el mapa como convenía a los poderes centrales.
Normalmente aparecíamos a pocas millas de las costas del continente y en un mar equivocado. Poco a poco han aprendido que somos atlánticos e isleños. Cada vez que surge una circunstancia nueva se pone a prueba este equilibrio inestable. Para avanzar necesitamos mantener una gestión rigurosa y firmeza en la defensa de los derechos canarios.
Estas singularidades no son realidades definitivamente aprendidas, ni resueltas. Hay que recordarlas cuando hablamos de inmigración, de inversiones en las islas, de respeto de nuestro REF, de cesiones a países limítrofes que ponen en jaque nuestros derechos o el de un pueblo abandonado, de aguas territoriales o de prospecciones petrolíferas o tierras raras. El Cabildo ha mantenido y mantendrá una voz serena y a la vez firme en la defensa de nuestros fueros.
Y estoy convencido de que la comunión entre sociedad y Cabildo, además de la misión que a lo largo de la historia ha cumplido, tiene también su origen en el carácter democrático y representativo de todos los consejeros y consejeras que lo son por elección directa desde su creación en 1912, salvo el paréntesis de la dictadura.
Fue una diferencia con las diputaciones que se conformaron por elección de segundo grado. Y ese plus de legitimidad es de rabiosa actualidad cuando se escuchan voces que cuestionan el sistema democrático e incluso la propia existencia de los cabildos.
En una época de profundos cambios, la democracia se cuestiona y se abren camino posiciones reaccionarias y totalitarias que destruyen los valores básicos de una convivencia basada en los Derechos Humanos. Queremos reafirmar la experiencia de progreso a la que nos ha llevado un modelo democrático de cabildos como un gran proyecto que estabiliza e identifica a nuestra sociedad. No queremos silenciar el riesgo para no tener que lamentar la involución.
Saramago reflexionó sobre la debilidad de las democracias occidentales y escribía que “debemos cuestionarla en todos los debates. Si no encontramos un modo de reinventarla, no perderemos sólo la democracia, sino la esperanza de ver un día los derechos humanos respetados en este planeta. Sería entonces el fracaso más estruendoso de nuestro tiempo, la señal de una traición que marcaría a la humanidad para siempre”.
Gran Canaria encontró en su Cabildo la proyección de sus posibilidades sociales, económicas, culturales y políticas. Y desde estas raíces sólidas, a semejanza de la palmera y el drago, queremos aspirar a ganar el futuro. Si los fundadores nos ayudaron a ganar el siglo pasado, nos corresponde a todas y a todos ganar el siglo que va caminando aunque sea con sobresaltos.
Y les puedo asegurar que tenemos las mejores condiciones para lograrlo porque nuestra gente está implicada y preparada, desde la cercanía diaria a miles de mujeres y hombres que se afanan por abrir sus comercios, por plantar sus tierras, por atender su ganado y elaborar nuestros quesos, por atender los servicios públicos, por recibir a millones de turistas, por perseverar en la investigación y el conocimiento, por consolidar el puerto y el aeropuerto que nos abren al mundo,
Con esas certezas asumimos el compromiso de alentar, de acompañar, de impulsar las grandes transformaciones que mantendrán a Gran Canaria en la vanguardia de los tiempos nuevos que están llegando. Y en estacelebración importante del ciento diez aniversario del Cabildo, deben quedar en nuestra conciencia referencias prioritarias que confirman que la isla tiene un libro de ruta, que estamos centrados en lo decisivo y que la confluencia social es la condición indispensable, como siempre ocurrió, para el éxito.
Estamos ganando la apuesta de la sostenibilidad social y económica. La de las soberanías energéticas y alimentaria y la seguridad hídrica. La de la sociedad del conocimiento, la innovación y la isla inteligente. La de las economías azul, verde y circular. La de la movilidad sostenible con el transporte guiado. La del turismo digital y sostenible. La de la protección del territorio y el paisaje, nuestra biodiversidad y riqueza medioambiental frente a la sobrepoblación. La del impulso a la cultura, el patrimonio histórico, la cohesión social, la igualdad, la solidaridad, los cuidados, la vivienda, el empleo… La apuesta de la Ecoísla.
Pedro García Cabrera nos interpretó cuando escribió: “Caminos que me conducen, sombreados de esperanza,/a roques que no se nublan y a piedras enamoradas/de dialogar con las cimas de sueños que no se alcanzan./Mas si la quieres leer, verás tan sólo en sus rayas/los caminos de una isla que se llama Gran Canaria…”
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria