Lorenzo Olarte ha grabado una huella indeleble en la política canaria. Y no se arrugó nunca ante los retos que tuvo que afrontar siempre, ya fuera para plantar cara a los restos de una dictadura agonizante, para defender las demandas de su isla o para hacer valer la voz de Canarias ante las arbitrariedades y el desprecio de los gobiernos de España de turno. Su papel en la Transición por la democracia y en la construcción de nuestra Autonomía fue relevante.
Como Presidente del Cabildo de Gran Canaria, como diputado en el Congreso de los Diputados o como Presidente del Gobierno de Canarias, siempre estuvo atento a dar respuestas a las demandas de esta tierra. Y a él se le debe mucho la constitución de la Mancomunidad Interinsular de Cabildos, la creación de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, la defensa de nuestro REF o nuestro encaje en la Comunidad Económica Europea y nuestra singularidad fiscal ente Europa y Felipe González, entre otros.
Tuve siempre con él una muy buena relación personal y siento mucho su pérdida, aunque nos quedará siempre su legado y su memoria.