La pregonera de la fiesta más arraigada en San Bartolomé de Tirajana conquistó al auditorio con una exposición plástica, atípica de estas llamadas
Un recuerdo permanente de San Bartolomé de Tirajana, desde la niñez a la actualidad, fue el eje central de la exposición de Natalia Medina Santana en su ejercicio como pregonera de las fiestas de Santiago Apóstol 2016. El templo parroquial de Tunte se tornó en la noche del viernes distinto a lo habitual, también porque el de Natalia no fue un pregón al uso. Fiel a su vena artística, la creadora del festival Masdanza hizo una propuesta acorde con su vocación, profesión y vida.
Tras un concierto de la Banda Municipal de Música de San Bartolomé de Tirajana y de que el alcalde, Marco Aurelio Pérez, efectuara la presentación de “una pregonera muy conocida por todos”, con un recuerdo a la niñez de Natalia Medina y su numeroso entorno familiar, el silencio de apoderó del espacio de culto religioso para recibir por la parte central de la nave a una pareja de danza en la que la protagonista era una hermana de la pregonera, Vanesa. En su primera comparecencia ante el atril de piedra de cantería de la Iglesia de Santiago Apóstol, una emocionada, arropada, responsable y nerviosa Natalia Medina comenzó indicando que aceptó el ofrecimiento “ante la llamada de Marco Aurelio porque era necesario recordar” la vivencias en el pueblo donde nació, pasó su infancia y adolescencia. Tarea que “me ha hecho recorrer un mismo camino de dos maneras distintas: he hecho un viaje hacia el pasado, pero a la vez también he hecho un viaje hacia el interior de mí misma, y esto ha removido mucho mis emociones. Puede que esto suceda en parte porque, con el paso de los años una se va olvidando del peso que tienen la familia y el lugar donde naces”.
Tras un recorrido leve por sus antepasados, su árbol desde cinco generaciones atrás hasta llegar a sus padres, José Medina y Carmen Santana, que tuvieron diecisiete hijos, de los que la pregonera fue la décima. Al recuerdo familiar siguió el de sus vivencias, con una infancia fuera de Tunte por estudios, en la que “soñaba con que llegaran los fines de semana para volver a casa y correr por los barrancos”, significó la pregonera. Enumeró una retahíla de recuerdos de su infancia rural, a las comidas de su abuela, madre, evocando especialmente la elaboración del inigualable mazapán, “pues aunque he viajado mucho por todo el mundo, allí donde he estado no he probado dulce igual”, dijo Natalia.
Recuerdos miles, algunos desagradables dentro del capítulo de las travesuras, como jugar al escondite en el osario del cementerio, y más refrescantes con El Rosal como testigo. Desde los lavados de ropa hasta de cabello, “porque el agua de la fuente hacía que el pelo brillara como el sol”, dijo Natalia, que mentó también cómo las mujeres llevaban las bañeras de ropa lavada en la cabeza, con “el bollo” como amortiguador, o los transportes de agua con cacharros hasta los bidones de las casas.
Tras su relato de infancia, Natalia Medina descubrió cómo descubrió su vena artística, “en un escenario que había el local de Alicia y Pepito, en el que la gente joven, mayor que yo, hacía sus representaciones”, y allí fue donde ella dijo sentir que “esa era mi vida, que mi destino estaba ahí”.
Su obsesión estaba clara: “En Tirajana llegó a haber siete murgas, pero nunca llegaba la danza”. Se propuso ser bailarina aunque su madre la obligó a estudiar porque aquella fijación “con el tiempo se me pasaría”. Hoy, su satisfacción es que el Festival de Danza Contemporánea cumple veintiún años, y “Masdanza es un referente que ha llevado el nombre de San Bartolomé de Tirajana más allá de sus fronteras”, tejiendo lazos con festivales de Hungría, Letonia o Corea del Sur, entre otros, siendo el de Seúl la próxima estación prevista. Señaló que el festival ha significado el salto de algunos bailarines canarios al mundo de la danza.
Recorrido artístico para el final
Tras lo que ella pudo considerar como el primer acto del pregón, con otra nueva acción de intermedio con un nuevo espectáculo de danza, seguido con tanto silencio como atención y asombro en algunos, Natalia Medina enfocó la parte final de su pregón a su trayectoria profesional, pero siempre buscando vinculaciones entre las ciudades que visita con el mundo rural que para ella significa Tunte. Incluso señaló que en aquel árbol genealógico que referenció al inicio del pregón hay un ADN artístico “que me viene por la familia santanera” y que marca su comportamiento por los lugares, ciudades y museos que visita.
Natalia Medina acabó con una evocación a la tranquilidad que le produce
cada regreso a Tunte, “con una tranquilidad equiparable a la que encontré en el ascenso al monte Fuji japonés”. Retorno final al casco de la Villa, petición de un recuerdo universal para Pancho Guerra y un aprovechamiento multicultural y de recuperación de oficios tradicionales para la nueva Casa de la Cultura que está en fase de construcción.
Aplausos y rosas para los asistentes antes de que el alcalde, Marco Aurelio Pérez, haciendo un símil por ser la décima hija de sus padres, dijo que habían presenciado un pregón y espectáculo “de diez”. El primer edil hizo entrega a la pregonera de una placa conmemorativa de su colaboración a unas fiestas, las de Santiago 2016, que segundos después fueron inauguradas al unísono por alcalde y pregonera.
Que decir de mi hermana,que es grande,no de tamaño de corazon y q vive para su trabajo y familia y lo demuestra siempre,que la queremos y seguiremos apoyandola.Gracias por ese maravilloso articulo