- El hallazgo supone la prueba definitiva de que al Pozo fueron arrojados represaliados de la Guerra Civil
- Los efectos personales, monedas, zapatos y elementos contextualizan científicamente los sucesos en la época de la Guerra Civil
- La tradición oral no solo situaba el Pozo como lugar al que eran arrojados, sino como escenario de los crímenes, algo que vivió un vecino de Gáldar, que a última hora salvó la vida y pudo contarlo cuando dejó de tener miedo
- El Pozo estaba cubierto de tierra y en esta última fase ya se trabaja a casi 40 metros de profundidad, si bien se desconoce restos de cuantos personas aparecerán, la tradición oral habla de hasta cincuenta
- Los pozos eran para dar vida, no para albergar cadáveres”, expresa emocionada Pino Sosa, que aún busca a su padre
Los restos óseos de al menos doce personas, cráneos con impactos de bala y objetos personales de distinta naturaleza hallados a 40 metros de profundidad en el Pozo de Tenoya no dejan ningún margen de duda: corresponden a personas represaliadas en el contexto de la Guerra Civil española.
El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, dio cuenta hoy de los hallazgos junto al consejero de Cultura y Patrimonio Histórico, Carlos Ruiz, el alcalde de Arucas, Juan Jesús Facundo, y Pino Sosa, representante de la Asociación de Memoria Histórica de Arucas, quien emocionada exclamó que “los pozos eran para dar vida, no para albergar cadáveres” y quien aún busca los restos de su padre para llevarlos “a donde deben estar”, que desde luego no es un pozo.
Se trata de la primera vez que se obtienen pruebas concluyentes de lo que la tradición oral ya apuntaba, y no solo por los impactos de bala de los cráneos encontrados, los arqueólogos de la empresa Tibicena, a la que el Cabildo encargó los trabajos, también han encontrado hebillas metálicas, correajes, calzado de la marca Tigre de la época, una moneda perteneciente a la República, así como restos de munición marca PS, esto es, Pirotécnica Sevilla, detalló Martath Alamón.
“Una sociedad democrática debe reparar el daño que hizo la dictadura, es el compromiso que tenemos para con las personas injustamente asesinadas y sus familias, ofrecerles sus restos y toda la información posible” acerca de cómo se sucedieron los hechos, manifestó Morales, quien renovó el compromiso del Cabildo con esta causa.
“Conociendo los atropellos se recupera la valoración de las personas asesinadas y se transmite una imagen de condena”, a lo que se suma el rechazo al olvido porque “la mejor manera de evitar la barbarie del pasado es tener memoria para impedir que se repita”, apuntó en el que la arqueóloga calificó como escenario de un crimen, un entorno que no deja de sobrecoger a quienes se congregan en torno a este pozo cuya profundidad impresiona.
Contemplar la profundidad o imaginar lo que allí sucedió no deja indiferente a quien se aproxima, ya que además existen testimonios directos, como el de un vecino de Gáldar, que fue llevado al lugar con su hermano y otros jóvenes, y presenció cómo fueron asesinados y arrojados al interior, un destino del que fue librado a última hora y que solo contó cuando empezó a perder el miedo, varias décadas después.
Y es que la visión de los huesos a medida que se encontraban, recogidos en un vídeo colgado en https://vimeo.com/user58272509/videos, dan una idea más vívida de los sucesos.
Los trabajos realizados
La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico acomete así la que está considerada como la última y definitiva fase de los sondeos iniciados en 2013 con la finalidad de recuperar los restos humanos de personas fusiladas y arrojadas a su interior entre marzo y abril de 1937 tras producirse el golpe de estado dirigido contra el gobierno de la Segunda República.
Según las fuentes orales, hace ochenta años fueron arrojados a este pozo represaliados de Arucas, Agaete, Gáldar y de la capital grancanaria.
Localizado en el mismo cauce del Barranco de Tenoya, visible desde la carretera general y situado justo debajo de los nuevos puentes, se estima que su construcción es anterior a 1924 y forma parte del Bien de Interés Cultural, en la categoría de Sitio Histórico, Pozos de los desaparecidos durante la Guerra Civil.
Desde el inicio de los trabajos, hace cinco años, con el pozo rellenado de tierra y escombros, solo se había podido extraer con mucho esfuerzo gran cantidad de piedras, desechos y maleza, escombros de construcción de todo tipo e, incluso, una motocicleta, huesos de muchos animales y hasta el chasis de un camión.
Fue el pasado mes de marzo cuando se logró identificar a 35 metros de profundidad los primeros restos óseos humanos en dos galerías laterales de 14 y 30 metros de longitud cada una de ellas. En estas dos galerías no se identificaron ni restos craneales ni ningún objeto personal.
Es esta fase final, “en la luz del pozo”, a unos cinco metros por debajo de la base de las citadas galerías es la que ha arrojado datos concluyentes. Los técnicos estiman que aún quedan unos doce metros para concluir la excavación, que durará varios meses y en la que el Cabildo invertirá 70.000 euros, 300.000 desde 2013.
La intención del Cabildo de Gran Canaria es proseguir con los trabajos hasta llegar al fondo del del Pozo de Tenoya y al fondo de la cuestión para encontrar todos los restos humanos que en él haya, máxime cuando cabe la posibilidad de que la mayor concentración se encuentre justo al final, hasta cincuenta personas según la tradición oral.
Una de las dificultades encontrada en los trabajos es que los restos fueron removidos, no se sabe si porque fueron situados en las galería y el agua los arrastró al fondo, o si fueron movidos a conciencia con posterioridad, bien para ocultarlos más o bien por cualquier otra causa. Es una pregunta aún sin respuesta, destacó la arqueóloga.
Ello complica los trabajos, lo que se suma a que para su definitiva identificación, solo se cuenta con muestras de ADN de familiares, y en no en todos los casos, ya que se carece de datos como estaturas, radiografías y otros elementos comparativos con los que se cuenta hoy día.
Con todo, a partir de este momento, los trabajos se centrarán en la exhumación, documentación, registro y levantamiento de los restos óseos humanos y el resto de materiales que encuentre este personal formado en arqueología forense, y con la supervisión en todo momento del Cabildo de Gran Canaria, que asumirá los costes de los análisis de los trabajos bioantropológicos (diagnóstico de todos aquellos elementos de caracterización personal: sexos, edad de muerte, altura, marcadores de actividad física, de salud, etc.), que se llevarán a cabo en el Instituto de Genética Forense de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
El objetivo es obtener la máxima información posible, determinar la edad -de momento la establecen entre 25 y 45 años-, circunstancias y condiciones de la muerte de estas personas, hasta el momento todos varones, y, si es el caso, los agentes naturales y antrópicos que hayan podido modificar el depósito inicial para que, finalmente, entregar los restos a sus familiares.