• Victoria Suárez-Galbán, fallecida en junio, trabajó para el Metropolitan de Nueva York y se dirigió a Antonio Morales para expresarle su deseo
• Los óleos proceden de Miami y se exhibirán en la casa-museo del artista en Gáldar como era su voluntad
Tres valiosos cuadros del pintor indigenista Antonio Padrón han sido donados al Cabildo grancanario por la ciudadana estadounidense de ascendencia grancanaria Victoria Suárez-Galbán, quien trabajó para el Metropolitan de Nueva York y quien antes de su fallecimiento se dirigió al presidente insular, Antonio Morales, para expresarle su deseo y el de su familia de que las obras volvieran a Gáldar, a la Casa-Museo del artista, donde ya pueden ser admiradas por el público.
Además de con el consejero de Cultura, Carlos Ruiz, el acto de recepción de los tres óleos contó con la presencia del hermano de la donante, Eugenio Suárez-Galbán, doctor en Filología Románica por la Universidad de Nueva York, y su mujer, Carmen Sierra, quienes se trasladaron a la isla para para cerrar un círculo que cumple con la voluntad de toda la familia y la benefactora, que los conservaba en su domicilio de Miami, desde donde han sido transportados para que sean exhibidos en Gran Canaria.
“Gracias en nombre de Gran Canaria por la donación de estas obras de gran valor familiar, en primer lugar, y económico también”, expresó Morales, quien elogió que este acto altruista se deba al cariño que la familia siempre guardó por la tierra.
“Cuando mi madre hablaba de Canarias, lo hacía mirando los cuadros”, aseguró Eugenio Suárez-Galbán, quien explicó que la familia nunca se desprendió del recuerdo de Gran Canaria.
Así, Victoria Suárez-Galbán, bibliotecóloga fallecida en junio cuya carrera estuvo ligada a instituciones tan prestigiosas como el Frik Museum de Nueva York, escribió una misiva a Antonio Morales para expresarle su deseo de donar las tres pinturas –un obsequio del autor a su familia-, al Cabildo con la única petición de que se expusieran de forma permanente en la Casa-Museo Antonio Padrón con la indicación de su procedencia.
Viaje de ida y vuelta
El viaje de ida y vuelta de ‘Arlequines’ (1953), ‘Nacimiento’ (1954) y ‘Paisaje canario’ (1954) hunde sus raíces en el origen galdense y guiense de la familia de la donante, emparentada además con Padrón por vía materna. Su abuelo, Luis Suárez Galbán, nació en Guía en 1851 y llegó a ser presidente del Banco Nacional de Cuba antes de su traslado a Estados Unidos.
La protagonista de esta historia pasó parte de su infancia en La Habana antes de que la familia regresara a Nueva York. Durante todas esas décadas mantuvieron el contacto con Gran Canaria, un vínculo que incluía estancias veraniegas en la isla. En 1954, ella y su hermana Agnes visitaron el estudio de Antonio Padrón, cuya hermana Severa estaba casada con un tío materno de ambas. Lo cierto es que el pintor les dio a elegir los cuadros que quisieran.
Pinceladas para cerrar el círculo
Más de medio siglo después y en la antesala del 50 aniversario del fallecimiento de Padrón (1920-1968), Victoria tuvo conocimiento a través de su hermano Eugenio y de su esposa, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Nueva York, de la existencia de la Casa-Museo Antonio Padrón, y fue este matrimonio, que iban a heredar la obra, quien sugirió a la propietaria que su destino final debía ser volver a su lugar de origen, una idea que encantó a la propietaria, quien días antes de su óbito firmó la misiva para oficializar la donación.
A los vínculos con Gran Canaria y al feliz descubrimiento de la Casa-Museo se sumó una tercera pincelada que cerraba definitivamente el círculo: la pasión museística de Victoria a lo largo de toda su vida. Tras jubilarse y cambiar su residencia de Nueva York a Miami colaboró con The Société of The Fours Arts, entidad cultural de Palm Beach que cuenta con una notable galería de arte.
Sobre el valor artístico y el lugar que ocupan dentro de la obra de Antonio Padrón, el director de la Casa-Museo, César Ubierna, destaca que estos tres óleos asoman al inicio de su exploración del entorno insular. Los cuadros se sitúan por tanto al inicio de la senda que le llevaría a brillar como pocos lo han hecho en el universo indigenista.