Hace unas semanas, el Banco Mundial anunció, en la Cumbre del Clima en París, que dejará de financiar la exploración y extracción de petróleo y gas después de 2019. Comunicó, además, que está “en el camino de cumplir su objetivo de que el 28 % de sus préstamos para 2020 se destinen a la acción climática”. A partir de fines de 2018, el Grupo del Banco Mundial informará anualmente además sobre las emisiones de gases de efecto invernadero de los proyectos de inversión que financia en sectores clave, como el energético. Ha sido un mensaje contundente a aquellas instituciones y estados que siguen subvencionando los combustibles que producen gases de efecto invernadero mientras proclaman, al tiempo, la necesidad de implantar las renovables. ¿No les suena acaso a lo que está sucediendo en Canarias y en toda España?
La Unión de Bancos Suizos ha elaborado un informe en el que asegura que la época de las grandes centrales de generación ha llegado a su fin y anima a sus clientes a “unirse a la revolución de las renovables”. Y habla de generar energía en los hogares y en las pymes… Morgan Stanley acaba de aportar un informe en el que dice que las renovables se van a convertir en 2020 en las energías más baratas del mundo. Seb Henbest, autor principal del informe Bloomberg New Energy Finance, ha declarado recientemente que duda que el gas pueda jugar el papel de energía de transición ya que “las energías eólica y solar se están volviendo demasiado baratas demasiado rápido”. El consejero delegado y director general de la energética italiana Enel, Francesco Starace, ha afirmado que el grupo prevé cerrar todas sus instalaciones termoeléctricas en menos de 20 años, en torno a 2035. Starace reconoce que el objetivo de cerrar el parque termoeléctrico del grupo responde a motivos medioambientales pero también económicos: “Está empezando a ser más conveniente construir nuevas instalaciones que utilicen energías renovables que mantener en activo plantas termoeléctricas cuya inversión ya ha sido amortizada”.
Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, que no es sospechosa de ser ecologista precisamente, como ninguno de que los que he citado anteriormente, ha declarado recientemente que hay que aplicar “gravámenes similares al carbón, al gas natural y a otros productos derivados del petróleo”. Un reciente informe del Tribunal de Cuentas Europeo sobre la seguridad del suministro establece que “la Comisión ha sobreestimado persistentemente la demanda de gas (…), y necesita restaurar la credibilidad de las previsiones que realiza’. Podría seguir citando ejemplos de cómo el sistema financiero mundial ha entendido perfectamente la demanda de la sociedad, del planeta y las demandas de negocio de futuro y la lista se haría amplísima…
Es lo que nos dicen también insistentemente los informes científicos. El más reciente es el realizado por el prestigioso Tyndall Center For Climate Research inglés y la Universidad de Teesside que sostienen que Europa necesita abandonar urgentemente el uso del gas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a los niveles acordados internacionalmente. Y demuestran que, de continuar con el ritmo actual de quema de gas y otros combustibles fósiles, los Estados miembros superarán el límite correspondiente de emisiones de CO2 fijado para no superar los 2°C en tan solo nueve años. Advierten que Europa “solo puede permitirse 9 años más de combustibles fósiles y que necesita transitar hacia un sistema energético libre de combustibles fósiles, incluido el gas, que deben dejar de tener un papel sustancial en un sistema energético compatible con los 2°C antes de 2035”. Debido a los altos niveles de emisiones de CO2 y metano a lo largo del ciclo de vida del gas, los autores concluyen categóricamente que “es imposible poner el punto de mira en reservas adiciones de combustibles fósiles”; “es imperativo un plan urgente para eliminar la quema del gas natural existente y el uso de otros combustibles fósiles en toda la UE”.
Y no cabe la menor duda de que la ciudadanía, las instituciones locales y muchos países también son conscientes de ello. El Ayuntamiento de Ámsterdam ha publicado un plan para deshacerse de la cocina de gas y la calefacción central. El año que viene, el objetivo es eliminar 10.000 viviendas de la red de gas, dijo el concejal de la ciudad Abdeluheb Choho. Además, ya se están construyendo dos nuevas zonas residenciales sin enlaces a la red de gas. La ciudad tiene planes para construir 50.000 nuevos hogares en los próximos 10 años y ninguno tendrá calefacción de gas o instalaciones de cocina de gas.
Noruega dejará de utilizar gas para calefacción en sus ciudades a partir de 2020. Se trata del primer país que llevará a cabo esta prohibición en todo el mundo. Con esta medida, el país nórdico piensa dejar de emitir 340.000 toneladas anuales de gases de efecto invernadero.
Pero en Canarias a este Gobierno y seguidores les encanta remar contracorriente. Predicar una cosa y hacer otra, como señaló el Banco Mundial. Y nos quieren meter con calzador el gas. Nos quieren introducir el gas natural licuado y las regasificadoras a cualquier precio. Y el aire propanado como paso previo para establecer una infraestructura gasística.
Y eso a pesar de que a mediados de mayo pasado, la Comisión Europea y 14 países miembros de la Unión Europea firmaron en La Valetta, Malta, una declaración oficial de apoyo a las energías renovables en las 2.700 islas de la comunidad europea. En el manifiesto “Energía Limpia para las Islas” hacen especial hincapié en señalar que su singular situación geográfica las hace idóneas para soluciones innovadoras y atractivas para la producción de energía endógena, respetuosa con el medio y sostenible; que reúnen las mejores condiciones para ser arquitectas de su propia transición energética; que la insularidad las hace casi absolutamente dependiente de los combustibles fósiles; que el turismo, clave para muchas de sus economías, ejerce por su fuerte demanda de energía, una presión sobre los recursos naturales y sus infraestructuras; que hay que tener muy en cuenta su vulnerabilidad frente al cambio climático… Y declaran la determinación conjunta de promover y apoyar más las transiciones de energía limpia a medida para las islas y actuar sobre el terreno para aunar esfuerzos públicos y privados y esforzarse para acelerar la transición a la energía limpia.
Y a pesar de que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha concluido en un informe que “no es conveniente” autorizar la construcción de una planta de gas natural licuado (GNL) en el Puerto de Granadilla, en la isla de Tenerife. El documento señala también que, de momento, no hay garantías de uso de la regasificadora y tampoco hay estudios que garanticen su sostenibilidad económica. Y coincide exactamente con los planteamientos de la asociación GasINDUSTRIAL que nos dice, en referencia a la regasificadora de Granadilla, que no se debe tropezar en la misma piedra y antes de volver a cometer un error garrafal, debe tenerse en cuenta la previsión de consumo de gas para Canarias teniendo en cuenta el incremento de renovables en el horizonte y el futuro aumento de la eficiencia en todos los procesos de consumo de gas y electricidad y que solo debería construirse la planta si existiera justificación de negocio…
Lo dejaron muy claro también recientemente los exministros del PSOE y el PP, Sebastián y Margallo en una visita a Gran Canaria señalando que “no tiene sentido pensar en el gas cuando podemos optar por energías autóctonas” y que “Canarias está en una “posición ideal” para explorar las renovables antes que el gas, una de las prioridades de la UE para la regiones ultraperiféricas.
Y en esa línea, a contracorriente e irresponsablemente, dando pasos hacia atrás, aparece un proyecto para las islas de introducción del gas ciudad. Abrir calles, aceras y edificios para que volvamos a las cocinillas de gas y al peligro (no se olviden del accidente del Hotel Cordial). Con un crédito del Banco Europeo de Inversiones de 160 millones de euros, sin ningún estudio de mercado, sin clientes que lo demanden (en España el 79 % de la población vive en municipios con gas natural, pero curiosamente solo el 30 % tiene contratado el gas)… Redexis, esta es solo una de las operadoras, con la complicidad del Gobierno de CC, pretende así llevar el gas a 425.000 viviendas de Canarias trasladándonos al siglo pasado y vendiendo falsamente ahorro, menos contaminación, empleo, impulso a las empresas, ayuda a la penetración de las renovables… Y además no cumple con el PIO, no cuenta con el visto bueno de la mayoría de los municipios, ni de muchos empresarios…
Ese no es el camino. Lo vuelvo a repetir. Para Canarias la alternativa está en la eficiencia, el ahorro, la generación distribuida, el autoconsumo, las centrales hidroeólicas, las plantas solares, los parques eólicos en tierra y en el mar, la geotermia, la aerotermia, la energía marina, la biomasa endógena, la movilidad eléctrica, el tratamiento limpio de los residuos, la arquitectura bioclimática, la reforestación, la creación de industrias renovables, la formación de los jóvenes para hacer frente a un nuevo modelo energético… Insisto una vez más: todo eso, menos el gas.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria