Recuerdo de tiempos de mi abuelo, cuando me llevaba alguna vez al Colegio o al Parque, de oírle expresiones graciosas, unas han pasado a la historia pero otras no.
– ¿Cómo se encuentra, D. Juan?
– Bien, pero sin entrar en detalles
– Yo lo encuentro fuerte
– Antes andaba como un Longines pero ahora ya estoy medio desviolinado
Mi abuelo murió con noventa años cumplidos y había estado en Cuba, en los años del cólera y la manteca.
Hacía ya tiempo que no oía la palabra desviolinado, de uso rural en Gran Canaria y Tenerife, y también en Fuerteventura, como me señala un viejo amigo.
El recuerdo me lo ha traído un primo lejano que acaba de regresar de Santo Domingo, donde la escuchó, así como muchas otras expresiones comunes en esa orilla del mar. La expresión guagua es caribeña, y cubana, y parece ser la adaptación de una marca, los autobuses carrozados en Estados Unidos por la empresa Washington &Walton CoInc,
que derivó en guagua, debiendo ser wawa la ortografía correcta, en atención a su origen gráfico, en caso de que esta hipótesis quede demostrada. Otro tanto pasó con los primeros frigoríficos de aquella época de marca Frigidaire que dio nombre a las neveras en gran parte del Caribe.
Una de las facetas, no sé si ha sido estudiada, es el humor en el uso del lenguaje como elemento cohesionador de la lengua en sí misma y como sustrato coloquial y fraternal entre distintos pueblos.
– Abríguese D. Juan que hoy anda muy jacarandoso y los médicos de antaño decían que la gente de su edad muere de alguna de las tres c
– ¿Las tres c?
– Caída, catarro y cagalera
Juan Carlos Cárdenes