A lo largo de mi vida profesional como docente universitaria he dirigido numerosos proyectos fin de carrera (PFC), trabajos fin de grado(TFG) y trabajos fin de máster (TFM). Actualmente estoy dirigiendo un TFM y tres TFG y ahora, visto lo visto con la señora Cifuentes y otros tantos políticos que no son muy correctos a la hora de redactar sus currículos, me planteo el desprestigio al que están sometiendo al profesorado universitario los políticos que actúan con tanta irresponsabilidad.
Puedo llegar a entender que se pierda algún documento. Es raro, pero puede pasar. Lo que me parece totalmente improbable es que no se pueda aclarar con celeridad si esta señora realizó su trabajo fin de máster o no.
Les cuento: un TFT (Trabajo Fin de Título) conlleva la presentación de varios documentos que pasan por una comisión que los valida y levanta acta. Se comienza con una propuesta de TFT, se asigna estudiante a dicha propuesta, se solicita tribunal, y se evalúa. En dichos documentos queda reflejada la firma del tutor y del estudiante. Cuando el trabajo está finalizado, se debe presentar la solicitud de defensa y evaluación, acompañada del propio trabajo y, dependiendo de la Universidad, se presentarán también copias de dicho trabajo para la biblioteca y para cada uno de los miembros del tribunal. Por lo tanto, ya estamos hablando de cinco copias del TFT, además de la que tiene el estudiante y el tutor. ¿Han desaparecido todas?
Esa solicitud también va a la comisión que autoriza su defensa, por lo que tiene que haber un acta en el que queda reflejada la presentación de la documentación. ¿Tampoco está?
Y lo que es más importante, el TFT debe estar en información pública durante un periodo de tiempo antes de su lectura y defensa, de tal forma que se puedan presentar alegaciones, denuncias por plagio, etcétera. Demasiadas casualidades. Y, como docente, lo peor de todo es la mentira, pues la exposición y defensa de un TFT no queda registrada, porque, al menos en mi universidad, no se graba la intervención del estudiante. En este momento, estamos hablando de la palabra de los miembros del tribunal contra la palabra del estudiante.
Este tipo de actuaciones no beneficia a nadie y perjudica a todos. A los políticos, ya que crece la desconfianza hacia ellos; a los profesores, puesto que se pone en tela de juicio su profesionalidad y su ética; a los estudiantes, que con gran sacrificio, económico y de tiempo, trabajan en sus TFT para optar a la finalización de sus estudios.
La universidad, que es la principal responsable en la formación de nuestros jóvenes y futuros profesionales, que serán los que saquen a este país adelante, debe ser muy estricta ante estas acciones y estar totalmente al margen de la política. Debe investigar y penalizar a todos aquellos que cometan un acto como es el “regalar” una titulación. Todos debemos jugar con las mismas cartas. Aquí solo hay estudiantes en igualdad de condiciones. En consecuencia, no se debe tener distintas varas de medir. El que quiera obtener una titulación universitaria, bienvenido sea, pero que nadie espere privilegios por ostentar cargos públicos. Asiste a clase, examínate y elabora tu TFT, como todos.
Lo dicho: La política fuera de las aulas. Abramos la mente a la adquisición de conocimiento, independientemente de las ideologías. La universidad no está para titulaciones “a medida”. Un título universitario no es como quien pide un café y, sobre todo, protejamos a los que denuncian casos de corrupción también en la Universidad.
Situaciones como las que se han vivido estos días nos confirman, aún más, la necesidad de un gran Pacto por la Educación, que refuerce la figura del profesor.
Artículo de opinión de Beatriz Correas
*Beatriz Correas es portavoz municipal de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Doctora en Informática y profesora titular de la ULPGC