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Queremos visibilización, representación e inclusión.

Sabemos que el 8 de marzo se oficializó por parte de la ONU como Día Internacional de la Mujer. Así mismo, fueron varios acontecimientos alrededor del mundo que lo propiciaron: Las marchas en 1857 de Nueva York, por los bajos salarios y largas jornadas en la que fallecieron 120 mujeres; el incendio de Nueva York de una fábrica textil en 1911, la cual su tragedia prosiguió a la creación del primer sindicato de mujeres trabajadoras textiles; y el comienzo de manifestaciones y protestas por parte de las mujeres rusas que tras la caída del zar consiguieron el derecho al voto.

Todas estas fechas quedan representadas en el 8 de marzo, no sólo como mujeres trabajadoras, sino a su vez por la lucha de las mujeres por tener derechos humanos. Derechos que se han conquistado a lo largo de la historia pero no equitativamente entre géneros, porque la lucha conjunta por el derecho al voto no fue de adquisición unánime, al igual que la educación, el matrimonio, la propiedad intelectual entre otros.

Por otro lado la realidad laboral y social siguen siendo para muchas  mujeres que dejan su empleo o reducen su jornada para ejercer cuidados en el ambiente familiar, que incluye el propio empleo y el mantenimiento del hogar y cuidado de familiares; el techo de cristal que discrimina o minusvalora las capacidades de las mujeres como líderes dentro de la propia empresa; el acoso sexual en su ambiente laboral, etc

Por ello y por mucho más se manifiestan mujeres en 8 de marzo. Para dejar de ser usadas, juzgadas y ninguneadas. Por tener voz propia y derechos reales sobre su vida, para no tener que llegar a un ideal de belleza, de expectativas del ciclo de vida en cuanto a parejas sentimentales o la maternidad, puesto que estas no son inherentes a las mujeres; por las mujeres asesinadas por el simple hecho de ser mujeres.

Asimismo, quedan invisibilizadas a su vez las mujeres con discapacidad, las mujeres racializadas, las mujeres con orientaciones sexuales no heterosexual e identidad de género no binarias (hombre y mujer), las mujeres prostitutas, las mujeres transexuales o transgénero, etc. Todas ellas sin voz resaltable, hasta el 8 de marzo, donde gritan juntas que no podrán con ellas, que juntas son más fuertes y que lo que venían aguantando del patriarcado se va a acabar ahí.

Es importante señalar que tal día hace falta no sólo la creación de actividades conmemorativas o de relleno para colgarse una medalla de promotores de igualdad por parte del Estado, Comunidades Autónomas, o los Ayuntamientos. Sino que a su vez, hace falta la creación de espacios de reunión, escucha y reflexión para poder llevar propuestas reales e inclusivas en las que las personas sin voz se vean realmente representadas, y a las que se le pueda visibilizar para dar un apoyo efectivo.

 

Emilia santana vanderhoeven 

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