Si tiene un gobernante, que usted mismo pudo haber elegido, respete sus decisiones. No le juzgue cuando algo no sea acorde a su criterio, no le acuse cuando no cumpla según su ideología o deseos personales. Menos utilice la violencia como medida de confrontación personal y social.
Sea al menos coherente y consecuente. Usar su odio para generar conflicto, no es la solución a unas posturas políticas que pudieran llegar a disgustar a una mayoría.
Si no está de acuerdo, emplee su derecho a manifestarse. Puede reivindicarse sin causar perturbaciones y desconciertos, responsablemente. Hágalo de forma pacífica, llevando como bandera sus derechos, eligiendo las vías legales si las hubiera, recurriendo a posibles acuerdos, pero nunca saque su “arma del odio” para extender socialmente su desorden personal.
Las leyes y medidas políticas no suelen ser del agrado de todos, no están a la carta, pero esto no le da la prerrogativa de imponer con agresividad su descontento, sus ideas, su criterio, su falta de cordura a lo que está establecido en su país, en su ciudad, en su parcela social, en cualquier territorio del que usted pueda ser ciudadano.
Deje de quejarse por el precio de subida de un pan. Recuerde que por esos centavos de más, hay millones de niños que bajo las guerras ni para un mendrugo tienen; pasan hambre, no se lo pueden ni costear. Aprenda a ser agradecido porque la mayor riqueza está en su corazón y esta es la actitud que le dará un abundante crecimiento a cualquier nivel individual.
El gobierno no es responsable de su carestía personal ni familiar. Edúquese, viaje, conozca, explore, lea, salga de la ociosidad, de la rutina, no deje de estudiar, nútrase interiormente y su abundancia será un hecho real. Usted tiene el poder para que su calidad de vida crezca y prospere, no culpe a un mandatario, a un líder, a un gobierno. No sea un simple “zángano del sistema”, usted puede ser “rey” o “reina” de sus capacidades para progresar.
Tiene lo que se merece y si no le gusta, comience a analizarse. El cambio que quiera ver afuera se inicia desde lo personal.
Compórtese, asuma las decisiones de una autoridad, sea un ciudadano de bien, aplique el civismo y la educación desde el hogar. Deje de emplear la mediocridad de la agresión y la malcriadez, dé ejemplo de buenos modales para que su nación sea puntera en orden, en armonía, en prosperidad y, especialmente, en paz.
El problema no es su gobierno, el problema es su mentalidad, esa que le hace creer que su confort depende únicamente del factor externo.
Sea inteligente, en especial para transformarse. El efecto de lo que recibe en su vida se debe a la causa de lo que piensa. Si no está satisfecho, es el momento de manifestarse con usted mismo. No se trata de ser perfecto, sino de establecer un punto de concordia, de ajuste personal y, por ende, de adecuada convivencia.
Si quiere que su nación avance, empiece por usted. Mírese por dentro y tenga en cuenta que un buen ciudadano es la antesala a que el resto de circunstancias marchen en orden y a favor para su nación, para su gobierno, para que el planeta encuentre, al menos, un alivio en la fraternidad.
David Valentín Torres
Escritor de psicología y filosofía