Este 24 de febrero se cumple un año de la cuarentena durante 14 días de casi un millar de personas en un hotel del Sur de Tenerife, un precedente en las medidas y protocolos de actuación ante la pandemia
Este 24 de febrero se cumple un año de la puesta en cuarentena durante 14 días de casi un millar de personas en un hotel del Sur de Tenerife. La inédita decisión se adoptó tras confirmarse el positivo por COVID-19 de un turista italiano, alojado en un complejo hotelero de Costa Adeje, el primer caso que se registraba en Tenerife, tan solo unas semanas después del primer caso positivo declarado en España de un turista de origen alemán en la isla de La Gomera.
Coordinación, colaboración, trabajo interdisciplinar, capacidad de respuesta y medios son las principales claves con las que resumen los profesionales del Servicio Canario de la Salud (SCS) y del Servicio Canario de Urgencias (SUC) que encabezaron la coordinación de aquel operativo sanitario, que un año después podría verse como un “ensayo general” de las medidas y situaciones que iban a convertirse en cotidianas tan solo unas semanas más tarde.
Esa visión la comparten Clara Gironés-Bredy, directora médica de la Gerencia de Atención Primaria de Tenerife y coordinadora general del operativo sanitario; Marcela Posca-Maina, directora territorial del SUC de la provincia de Santa Cruz de Tenerife; Ramón Pinto-Plasencia, director de Enfermería de la citada Gerencia, y Verónica Suárez, subdirectora de Enfermería del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. Desempeñaron tareas de coordinación en el dispositivo sanitario, formado principalmente por sanitarios de Atención Primaria, SUC, de los dos hospitales universitarios de la Isla (HUNSC y HUC) y de la Dirección General de Salud Pública del SCS.
Todos destacan el éxito del dispositivo, pero también como esa experiencia previa permitió avanzar en líneas de actuación, protocolos y medios de respuesta ante la pandemia en los siguientes meses, sentando una experiencia de referencia para el uso de los hoteles como recursos asistenciales y de confinamiento de pacientes leves. Como ejemplos también citan medidas como la puesta en marcha desde los primeros días del teléfono de información ciudadana del SUC sobre la COVID, la línea 900 112 061 aún operativa en las islas; el procesado de muestras en el laboratorio del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria o la realización de pruebas y cribados, con más de 800 test PCR en esos 14 días.
Esa experiencia previa también facilitó el desarrollo de los equipos de rastreadores, siendo de los primeros territorios en ponerlos en marcha, como recuerda Ramón Pinto-Plasencia, director de Enfermería de la Gerencia de Atención Primaria de Tenerife, quien precisa que los profesionales que comenzaron a hacer los cribados en el hotel, continúan en el equipo de rastreadores COVID de Tenerife. Meses más tarde, también sería el territorio pionero en desarrollar el primer operativo de toma de muestras en vehículos, en el aparcamiento de la Facultad de Bellas Artes de La Laguna, recuerda Marcela Posca-Maina.
“Fuimos muy proactivos y nos adelantamos en la toma de decisiones, aprendimos mucho del modelo de trabajo interdisciplinar y del estilo de liderazgo de equipos que se implantó en aquel operativo y que ha marcado la línea y dinámica de trabajo que se ha seguido en la gestión posterior”, reconoce Clara Gironés, coordinadora general del operativo, puesto en marcha tras la decisión de cierre y confinamiento del hotel planteada por la Consejería de Sanidad dispuesto el 24 de febrero.
En total, se contó con un grupo de trabajo de 71 profesionales (13 médicos, 42 enfermeros, 4 auxiliares administrativos y 10 técnicos de gestión logística), reforzado con voluntarios del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes y con traductores de la Confederación Española de Federaciones y Asociaciones Profesionales de Guías de Turismo. A los que se añadieron efectivos de la Policía Nacional, Autonómica y Local y el equipo de profesionales del hotel, así como la colaboración de otras administraciones locales e insulares.
Sin precedentes próximos, con los referentes más cercanos en Hong Kong en las cuarentenas de siete días de los hoteles, Metropole, durante la epidemia del SARS en 2003 y Metropark, por el H1N1 en 2009, se adoptaron las medidas para poner en cuarentena el hotel, en el que se alojaban 893 huéspedes y con 263 trabajadores. El objetivo claro era evitar la propagación del virus, tanto dentro del complejo y como en el resto de la isla. “Y se consiguió”, como recuerda Clara Gironés, quien destaca que esta medida de control y acotamiento evitó también la alarma ciudadana por la posible dispersión y nivel de contagio.
Los cuatro responsables sanitario se remiten a los datos para destacar el éxito del dispositivo: solo siete casos positivos, seis de ellos contactos estrechos del paciente 0, y que permanecieron aislados desde el primer momento, tras notificarse el caso. No hubo otros huéspedes, ni trabajadores, ni miembros de los equipos contagiados durante la cuarentena, ni en el posterior regreso a sus domicilios.
La identificación y aislamiento de los contactos estrechos, las medidas de prevención y protección adoptadas para el resto de huéspedes y trabajadores -como permanencia en las habitaciones, uso de mascarilla o control de aforo y distancia en los espacios comunes-, y la realización de cribados “fueron claves” desde el primer momento en el protocolo de actuación sanitaria, destaca Verónica Suárez, subdirectora de Enfermería del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria.
Se actuó siguiendo los protocolos y recomendaciones disponibles entonces ante la COVID-19 y ya desde diciembre se contaba con algunos trabajos preliminares sobre hipótesis de respuesta ante la declaración de un caso positivo en las islas, por su condición de destino turístico, recuerda Clara Gironés. Se partió de una logística sanitaria y organizativa basada en la medicina de catástrofes pero adaptada a un entorno urbano, en la que hubo que afrontar numerosos retos logísticos, tanto para la respuesta sanitaria, como legal, organizativa y de seguridad.
Desde la disposición de recursos en el exterior para crear un dispositivo sanitario (carpas, baños, oficinas, mobiliario, medios técnicos o zonas para descanso), pasando las gestiones aeroportuarias y con consulados y embajadas para organizar el regreso de huéspedes de 24 nacionalidades, hasta garantizar la atención sanitaria adecuada a aquellos huéspedes que tenían otros problemas de salud, como seguimiento de embarazos, provisión de medicación o seguimiento de dolencias más graves.
Entre esos retos también estaba el emocional y comunicativo. Transmitir calma, seguridad, comprensión y confianza ante una situación muy intensa para los trabajadores del hotel y para cientos de turistas que venían a Tenerife a disfrutar de unos días de descanso y que veían coartada su libertad de movimiento, en un contexto de incertidumbre ante los primeros casos de COVID-19 y avance de contagios en Europa y en medio de una gran expectación mediática.
En este punto, resaltan el papel desempeñado por los voluntarios del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) y también por los traductores de la Confederación Española de Federaciones y Asociaciones Profesionales de Guías de Turismo (CEFAPIT), claves para facilitar esa gestión de emociones y la comunicación en 13 idiomas diferentes. Si bien reconocen que en los primeros momentos hubo algunas situaciones de incomprensión y resistencia, destacan la actitud colaborativa tanto de los huéspedes como de los trabajadores del hotel, así como la implicación y capacidad de trabajo de todos los que formaban parte del dispositivo.
Las primeras salidas de turistas extranjeros comenzaron el día 28, en más de 50 vuelos y previa comprobación de que eran negativos mediante prueba PCR. Tras finalizar la cuarentena, el 10 de marzo el último grupo de 274 huéspedes que quedaba alojado en el hotel vio como se abrían las puertas. Un momento en el plano personal que los cuatro responsables sanitarios coinciden en señalar como el más emotivo de todos los que vivieron en esos “intensos días”, que reconocen fueron un “ensayo general a pequeña escala” de lo que estaba por venir. El 11 de marzo, se producía la declaración de pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y una semana más tarde se decretaba el estado de alarma en España.