El pasado viernes 16 de abril celebramos, en el Auditorio Alfredo Kraus y en una de las condiciones sociales y económicas más difíciles de nuestra historia, el centésimo octavo aniversario de la creación del Cabildo de Gran Canaria. Mis primeras palabras en nombre de toda la corporación fueron de homenaje y de solidaridad con quienes han sido víctimas del COVID y ya no están con nosotros y con quienes lo siguen padeciendo y sus familiares. Quise hacerles sentir el enorme dolor que nuestra sociedad está sufriendo por estas pérdidas, pero también por la incertidumbre, el desgarro y las ausencias que compartimos desde hace más de un año.
El acto pretendió en todo momento expresar esta conmoción colectiva y al mismo tiempo proyectar un mensaje de esperanza y de resiliencia que nos permita construir juntos un presente y un futuro que vuelva a colmar los derechos, los deseos y los anhelos legítimos que alentamos como sociedad madura y democrática.
Y para alumbrar ese nuevo horizonte nada mejor que observar la trayectoria de las personalidades e instituciones que cada año el Cabildo reconoce con honores y distinciones. Nos sirven de guía para volver a recorrer los caminos que tanto amamos y que nos llevan a las 21 ciudades y pueblos de nuestra isla, a las mejores tradiciones y a las experiencias de progreso que identifican a Gran Canaria.
Los colectivos, personalidades e instituciones reconocidas nos representan a todos. Tienen en común que se han volcado en el interés general, en la atención a las necesidades de nuestra comunidad. Parece que la pandemia nos ha obligado a despojarnos de mucho de lo superfluo e inconsistente que rodeaba nuestra vida en esta sociedad de consumo para centrarnos en lo esencial: defender la vida y apuntalar la solidaridad que nos hace hermanos.
Y en esta lucha, las personas reconocidas son merecedoras de nuestro aprecio por sus vidas creativas y referenciales. Y quise señalar inicialmente a dos representaciones que conectan, en estas especiales circunstancias, con los sentimientos de nuestro pueblo: al colectivo del personal sanitario y sociosanitario y también a la representación del sector turístico, trabajadores y empresarios que están sufriendo en primera línea la dureza de esta crisis.
Todo el sector sanitario desde marzo de 2020 nos cuida, pone en riesgo su salud y está en la vanguardia de la protección de la vida, sobre todo de quienes son más vulnerables, las personas mayores y las personas con menos recursos. Estamos saliendo de esta enorme tragedia por el esfuerzo de la mayoría, pero puse el foco en ese médico que permanece 16 horas de guardia porque las UCI están tensionadas, o en esa enfermera que permanece en urgencias sin mirar el reloj, o en el celador que atiende con afecto al familiar que acaba de recibir una noticia terrible, o a la cuidadora de residencias que suple con humanidad las ausencias familiares que el protocolo impone.
Nos gustaría que en este homenaje de toda la sociedad grancanaria se incluyera el compromiso de todas las instituciones de fortalecer el sistema público de salud y los cuidados y evitar cualquier tentación de debilitarlos porque las consecuencias, como lo estamos comprobando, son irreparables. Parte de lo que nos está sucediendo ocurre porque los recortes y ajustes auspiciados por la crisis del 2008 dejó menguados los servicios públicos, tanto los sanitarios como los educativos o la atención a la dependencia. No debemos permitir que un sistema económico voraz condicione un Estado de Derecho que garantice la equidad y la igualdad.
Y en el sector turístico estamos viendo, día tras día, la resistencia, la profesionalidad y la solidaridad de trabajadores y empresarios que permiten soportar una paralización como nunca habíamos padecido. Viven la incertidumbre y el vacío del momento y al mismo tiempo renuevan, actualizan y preparan las condiciones para una recuperación que todos deseamos que se produzca cuanto antes y que, en cualquier caso, nos debe encontrar con las tareas hechas.
Quiero agradecer vivamente los esfuerzos por modernizar y actualizar complejos hoteleros y extrahoteleros, restauración y equipamientos públicos que nos hacen más atractivos para recuperar un destino del que nos debemos sentir orgullosas y satisfechos. La inversión privada y pública que se está haciendo nos prepara para los próximos años y además dinamiza el empleo que debe ser una obsesión de todos quienes tenemos capacidad de emprender en esta tierra. Invertir y resistir con responsabilidad es un acto de compromiso de especial relevancia.
Y este agradecimiento se dirige con el mismo afecto al conjunto de trabajadoras y trabajadores, relacionados directa o indirectamente con el turismo, que están soportando situaciones familiares y personales muy duras y que van a contar siempre con nuestra solidaridad y nuestra ayuda permanente. Nuestro reconocimiento al trabajo de las organizaciones sindicales que están contribuyendo a facilitar soluciones y medidas para quienes están en situación límite y al mismo tiempo abriendo perspectivas para alumbrar un horizonte que nos tiene que llenar de esperanza.
Y junto a estos colectivos, los hijos predilectos y adoptivos de Gran Canaria que nos reconfortan porque su calidad, su talento y su generosidad son un refuerzo para estos momentos difíciles y fuente de la grandeza de la sociedad grancanaria. Gracias, Jerónimo Saavedra, Sila Sánchez, Fernando Redondo, Juan Nogales y María del Pino Marrero.
Y al conceder todas las distinciones comprobamos que nuestro pueblo rebosa de referencias positivas que necesitamos reconocer y compartir. Son los casos de Yolanda Graziani, Javier Rapisarda, Bernardino Clavo, Juan Espino, Andrea Sánchez, Fernando Méndez o Teodoro Bondyale. Y junto a estas personalidades comprobamos que también hay grandeza en acciones colectivas relevantes como las que representan el Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Sostenible de la ULPGC, el Colegio Alemán, la Orden del Cachorro Canario, la Cooperativa Agrícola del Norte, el grupo Icot, Los Cebolleros o el Grupo de Salvamento Marítimo de Canarias.
Para todas y todos, el afecto y el agradecimiento eterno de la sociedad grancanaria que se siente deudora de la contribución que han hecho a su desarrollo y que desea prolongar y extender su ejemplo y su energía para afianzar nuestra autoestima y la confianza en que somos una sociedad sana y con un proyecto de progreso que nos galvaniza.
Tenemos un presente luminoso a pesar de la dureza del momento, las personas e instituciones reconocidas lo expresan y lo visibilizan, porque venimos de muy lejos y con una experiencia que nos alienta. Nos hemos fortalecido con la aportación de miles de compatriotas, mujeres y hombres que han sembrado en tierra fértil y nos convocamos para ganar los retos que como sociedad tenemos derecho en el siglo que avanza. Señalamos a 21 referentes de nuestra sociedad. Siguiendo su ejemplo estamos seguros de que alcanzaremos la cumbre que siempre nos estimula y nos acoge.
Canarias en conjunto y Gran Canaria en particular no han tenido una historia fácil. Las dificultades que atravesamos no son la primeras de esta gravedad ni tan siquiera las más devastadoras. Apenas concluida la conquista, allá por el año 1506 se produjo la primera gran epidemia de peste en nuestra isla que corrió con rapidez por Fuerteventura, Lanzarote y Tenerife. El número de muertos fue altísimo en relación con la población de aquel momento y la isla quedó muy dañada demográficamente. Estuvimos hasta 1529 sufriendo de manera casi continua esta muerte negra. Y volvimos a sufrirla a principios del siglo XVII. Y luego en el XVIII. En ese siglo la viruela nos atacó también gravemente y en distintas décadas. Y diezmaron nuestra población epidemias de fiebre amarilla, malaria, garrotejo, pitiflor, sarampión, difteria, fiebre tifoidea…
La pandemia más devastadora que llegó a las islas fue el cólera de 1851. En menos de un mes dejó 6.000 muertos en Gran Canaria. Nuestra condición de isla abierta con un puerto de enorme proyección internacional facilitó que fuéramos un territorio próspero y cosmopolita pero a la vez vulnerable por la llegada, en los barcos y sus tripulaciones, de todas las epidemias de cada momento.
Igualmente padecimos epidemias que, muchas veces, no llegaban del exterior. En estas islas, las epidemias las ocasionaban también las sequías que impedían que se produjera alimentación y pasto suficiente para los animales y derivara todo en una pobreza y mortandad tremenda. No debemos olvidar que vivimos momentos durísimos por la epidemia del hambre.
La historia nos tiene que servir para convencernos de que hemos vencido a la desgracia y de que somos hijas e hijos de la tenacidad, de la innovación y de la unidad como pueblo. Hemos sufrido mucho, pero nos hemos levantado y creado una sociedad próspera, resistente. Nos han golpeado las circunstancias y las coyunturas económicas, sanitarias, políticas o sociales, pero no han deformado nuestra forma de ser y de sentirnos grancanarios y grancanarias de Canarias.
Nos caracteriza nuestra capacidad de encajar los embates y asimilar influencias para transformarlas en oportunidades que nos hacen más fuertes y a la vez arraigados e identificados con nuestro territorio, con nuestra historia y con nuestra cultura. Como la palmera que nos representa nos exponemos a los vientos y a las tormentas pero resistimos porque las raíces nos fijan a un suelo que nos acoge amorosamente desde que nacemos. Mucho de lo que somos se lo debemos a la madre tierra que en estas 8 peñas nos ha regalado una naturaleza y un clima extraordinarios.
Y desde esta atalaya que supone mirar con orgullo ciento ocho años de trabajo colectivo desde el Cabildo de Gran Canaria, asumimos tres obligaciones que heredamos y que debemos renovar ante las generaciones que demandan determinación y altura de miras como las que reconocemos en las personas e instituciones premiadas y en quienes nos permitieron durante siglos alcanzar las cotas de desarrollo que hoy disfrutamos.
Tenemos un triple compromiso que me gustaría renovar solemnemente ante la sociedad grancanaria. Primero con los valores sociales que han hecho posible nuestro progreso y nuestra continuidad como sociedad democrática. En segundo lugar, por el respeto medioambiental que nuestra supervivencia y el reconocimiento a la tierra que heredamos nos obliga. Y en tercer lugar con nuestra gente, especialmente con quienes tienen menos esperanzas en estos duros momentos.
Sabemos que en situaciones de crisis y de incertidumbre se cuestionan las certezas que hemos defendido para superar los tiempos oscuros de las dictaduras y renacen posiciones autoritarias que quiebran los valores de respeto y de pluralidad que nos han hecho fuertes en las últimas décadas. Entre esos cuestionamientos se incluye el del autogobierno o el del reconocimiento de las singularidades de Canarias.
Quiero recoger la tradición de quienes desde Gran Canaria defendieron las leyes de los puertos francos primero, o la constitución de los cabildos después, la creación de la provincia de Las Palmas, la aprobación del Régimen Económico y Fiscal o la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Nos sentimos herederos de esas conquistas y queremos conservarlas para las nuevas generaciones. Con esa misma libertad y determinación creo que corresponde instar al gobierno del Estado y a la Comisión Europea a una modificación urgente de las políticas migratorias que están dañando los derechos humanos de quienes llegan y la estabilidad social de quienes acogemos.
El futuro de Gran Canaria y del planeta pasa por afrontar con determinación una transición ecológica que evite los daños del cambio climático y que conserve los valores medioambientales que nos hacen únicos en biodiversidad. Tengo la satisfacción de compartir con ustedes la seguridad de que disponemos como Cabildo de Gran Canaria, y de la mano de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, de organizaciones científicas, sociales y empresariales y de la sociedad civil en general, de una estrategia de transformación realista y ambiciosa que nos lleva a la soberanía energética, hídrica y alimentaria y a la diversificación económica. Tenemos la oportunidad de ganar los retos que apuntalen un futuro sostenible que gire en torno a una economía sana, la ecología y un desarrollo social equilibrado.
Y renovamos estos compromisos en favor del bien común y la ciudadanía, que constituyen la razón de ser de nuestro trabajo institucional. La celebración del pasado viernes no puede obviar la desazón de las personas paradas, de quienes tienen dificultades ante el empleo, de quienes no pueden emanciparse o acceder a un hogar. Para atender sus derechos queremos seguir actuando con firmeza y deseamos repetirles que no están solos y que estamos volcando nuestros recursos para atenuar los daños y que su situación se modifique.
Quise enfrentar en el acto la desesperanza con la solidaridad, la incertidumbre con la autoconfianza que nace de un proyecto de isla compartido, el desánimo con la ilusión de una historia que nos avala y de una acción de gobierno y de la sociedad civil que nos fortalece. Al revivir la historia de Gran Canaria y de Canarias comprobamos que está llena de acontecimientos y de experiencias colectivas, de éxitos en definitiva que nos han permitido forjar un pueblo solidario, creativo, resistente y tenaz, capaz de sobreponerse a calamidades similares a la actual y sembrar la realidad de talento, esfuerzo, iniciativa e ingenio. Es fruto del esfuerzo de una sociedad heroica con la que nos identificamos y de la que formamos parte con orgullo.
Tenemos fortaleza, convicción e identidad para progresar como pueblo y dejar a las generaciones jóvenes una sociedad digna. Nos vale la expresión de Alain Touraine: “el haber hecho grandes cosas y el tener ganas de rehacerlas de nuevo juntos, es lo que caracteriza a una nación”. Estoy seguro de que también es lo que caracteriza a Gran Canaria.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria