Una de las mayores fortalezas que tenemos las mujeres es nuestra unión.
Descubrir que siendo cómplices y compañeras somos más fuertes, somos invencibles.
Cuando era una niña una tía a la que admiraba me dijo “Podrás llegar a ser todo aquello que te propongas”.
Con los años llegue a pensar que ella desconocía los cientos de obstáculos a los que tendría que exponerme antes de llegar a conseguir todos aquellos sueños, proyectos e ilusiones.
Me enfrenté a los cánones de belleza impuestos. Me enfrenté a estar condicionada a elegir determinadas carreras o formaciones, mas vinculadas a los cuidados que aquellas más técnicas o masculinizadas, que no tendrían futuro como las ingenierías.
Me enfrenté a las preguntas incomodas y estereotipadas en las entrevistas de trabajo ¿tiene usted hijos? ¿piensa tenerlos?
Me enfrenté al techo de cristal, ese limitado ascenso condicionado en muchas ocasiones a proyectos vitales como la elección de ser madre. Esto último, acompañado de la presión social y biológica de tener un hijo y soportar aquella frase aparentemente inocua de “ya se te está pasando el arroz”.
Me enfrenté al llamado y siempre presente “síndrome de la impostora”, una falta de autoestima que te lleva a dudar constantemente de tu potencial y de tus capacidades.
Me enfrente a unos “pasos” que me persiguieron por la calle una noche cuando regresaba sola a casa y que hicieron que llegara a penas sin respiración al portal, arrepintiéndome de creer que no tenía que ser acompañada por mis amigas una noche más.
Me enfrente al silencio, por ser educada y correcta ante un insulto sexista, ante un chiste machista, ante un comentario violento.
Esto, a lo que me enfrente y aun me enfrento nos es común a todas ¿Verdad? Y seguramente, tuvimos a nuestro lado alguna mujer con la que además de compartir obstáculos, nos ayudaron a superarlos.
Se le llama sororidad, y eso fue lo que mi tía no me contó y que descubrí a lo largo de mi vida cuando recibí el apoyo y cuando tendieron sus manos muchísimas mujeres que aparecieron y que siguen sosteniéndome.
Siempre será más fácil conseguir un cambio social cuando se hace de forma comunitaria y eso es lo que persigue el feminismo, “un aprendizaje de vida bastante inevitable”, como dice Emmam Goldman.
Eso es lo que el 8 de marzo también debemos celebrar y perseguir.
Elena Suárez Pérez
Primera Teniente de alcaldía y Concejala de
Igualdad del Ayuntamiento de la Villa de Ingenio