Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia es humana, sí. Esta condición parece que se olvida y se cuestiona para aquellas personas que elegimos hacer política en lo público.
Sobraría decir que la vocación y el compromiso político es compatible con la vida. Con el disfrute, la alegría, la familia, las amistades, las celebraciones y los placeres.
Las personas que ‘estamos’ en la acción política no llevamos un chubasquero impermeable a las críticas personales ni estamos hechas de un material inquebrantable a los ataques gratuitos.
Somos conscientes de lo que implica ‘lo público’ y lo que significa la exposición a la ‘crítica’.
Lo injustificable es que todo eso cuestione el verdadero motivo por el que se decide estar en primera línea política, que es mejorar la vida de la gente anteponiendo el interés general, desde el compromiso, la vocación, el servicio público, la humildad y el respeto que todas las personas merecen.
El político en su ejercicio ha de tener un deber, una obligación y no es tener que mostrar su vida privada, y aun siendo así, debiera ser respetada en su libertad, de la misma manera que todas las personas deseamos que respeten la nuestra.
A lo que está obligado un/a político/a es a la impoluta claridad y transparencia que ha de guiar su gestión. Con esas y con todas, usemos uno de los mayores ejercicios democráticos y pedagógicos que existen, el respeto hacia todas las personas.
Elena Suárez, concejala de Igualdad y Servicios Sociales de la Villa de Ingenio
Es que las que ostentan el compromiso de la vida pública se valen de los votos de los ciudadanos a los cuales se les reprocha el igual comportamiento.
La vida pública no es una empresa privada.