El SCS cuenta con el Servicio TransCan que sirve para acompañar a las personas transexuales y a sus familias. Este programa se complementa con un protocolo de atención a alumnos y alumnas trans que sitúa al Archipiélago a la vanguardia del país
Un tercio de las personas que acuden al programa TransCan del Servicio Canario de Salud son menores; y el acompañamiento que se hace con las familias de estas personas ha logrado reducir de manera importante la tasa de abandono escolar de un colectivo que “presenta uno de los índices de fracaso escolar más alto de toda la comunidad educativa”, señala Joana Cabrera. Esta médico de familia del SCS es gestora de casos y coordinación de Servicio TransCan y demanda una mayor coordinación con las autoridades educativas para tratar una problemática que “invisibiliza y excluye a muchas personas”. En este sentido, Canarias es una de las regiones que marcan el paso. En el 2018 se culminó la redacción del Protocolo para el acompañamiento del alumno trans por parte del Gobierno de Canarias, un instrumento que pese a estar adelantado en relación a otros textos autonómicos sigue actualizándose de manera continua para dar respuesta a los desafíos que supone la diversidad dentro del aula. Marisa Marrero, responsable de este protocolo escolar, comenta que la adopción de este tipo de herramientas “es una apuesta por la cultura de la diversidad y por los derechos de las personas transexuales. La escuela debe ser un lugar seguro y respetuoso; un lugar transinclusivo en el que nadie debe sentirse excluido”.
La diversidad fue uno de los temas estrella del I Foro Reeducación: Nuevos Retos, Nuevos Paradigmas. Y el mensaje es claro. Esperanzador y crítico a la vez. Canarias es una de las regiones que, en los últimos años, se ha subido al carro de la vanguardia en el tratamiento de la diversidad en la escuela: pero queda aún mucho por hacer. “Lo primero es lograr una mayor coordinación entre los diversos programas que existen”, señaló la médico de familia Joana Cabrera, quien señaló la importancia de abordar la identidad sexual desde edades muy tempranas “pese a los bulos y las mentiras que lanzan algunos”. Para la integrante del SCS, es vital “acompañar a los menores y valorar todos los factores de vulnerabilidad a los que se enfrentan. E implicar a las familias en ese proceso de autoconocimiento y aprendizaje. Y ahí la escuela es fundamental para garantizar la autoestima y los valores de respeto que evitan el acoso escolar”. En este sentido, la facultativa señaló que abandonar a su suerte a estas personas puede ocasionar trastornos gravísimos como las adicciones o conductas autolesivas. De ahí la importancia de ese tratamiento temprano. “En TransCan un tercio de las personas atendidas son menores; y actuar desde ese momento es crucial para evitar el efecto gueto y que se integren con total normalidad en el ámbito educativo”.
Marisa Marrero añadió que la adopción de protocolos claros y valientes ponen de manifiesto en toda la sociedad que la transexualidad existe y que no es un problema. “Las personas transexuales existen; son una realidad. Y ya está. Como existe gente de todo tipo. Y este tipo de herramientas deben incidir en que la diversidad es la normalidad”. La técnica de la Dirección General de Ordenación, Innovación y Calidad Educativa del Gobierno de Canarias señaló que el objetivo último del protocolo es hacer de la escuela “un lugar seguro y respetuoso” en el que el alumnado trans se sienta “totalmente integrado y acompañado; por la comunidad docente, por sus compañeros y por las familias”.
1+1+1+1+1…
Uno más. Y ya está. Con estas dos frases cortas debería bastar. Iñaki Goñi, asesor y técnico del protocolo educativo ante casos de transexualidad de Navarra, pone de manifiesto que la intención de herramientas como estos protocolos es que el alumno o la alumna transexual se ‘diluya’ en el aula y quede como lo que es: uno más del aula que tiene las mismas obligaciones y derechos que el resto de sus iguales. “No es que haya 1 persona trans y 24 que no lo son; el reto es lograr que el aula sea 1+1+1+1+1+1 y así llegar a los 25”. EL protocolo navarro se elaboró durante los años 2015 y 2016 y vino a marcar una pauta importante: “es una norma de obligado cumplimiento y se aplica cuando hay un alumno o una alumna transexual. No queda a la discrecionalidad de nadie ni de nada. Se aplica y ya está”. Y de ahí su importancia.
La idea, coincide Goñi, es que la escuela sea un lugar seguro para estas personas. “Saben que en el colegio no les va a pasar nada y pueden expresarse sin sentir ningún tipo de temor; nadie les puede cuestionar su identidad porque es algo que está totalmente normalizado”. Para Goñi, la ‘educación de los sexos’ debe ser un punto crucial de una educación sexual integral. En este sentido, el asesor navarro asegura que abordar este tema desde una perspectiva planificada y ordenada es importante para lograr esa normalidad en el aula que evite la exclusión o el acoso.