El humorista lanzaroteño habló de su experiencia en el sistema educativo desde sus vivencias como alumno y maestro de Educación Física. Pérez cree que el humor es un salvavidas que te ayuda a “sobrevivir” en los centros educativos
Kike Pérez te llena un estadio como si nada pero asegura que le tiene más miedo a un aula de chiquillos y chiquillas que a enfrentarse al público. Y no habla de oídas, porque Pérez, además de uno de los cómicos más importantes de Canarias de los últimos tiempos, es también maestro. Y sabe de lo que habla. Y aprovechando esa doble faz se pasó por Expomeloneras para hablar sobre el uso del humor en la educación y confirmó eso de que no tiene ningún temor a las butacas a reventar. El I Foro Reeducación: Nuevos Retos, Nuevos Paradigmas también ha dado hueco a la expresión artística. “Nos echamos unas risas”, pero también fue una buena oportunidad para reflexionar sobre el sistema educativo y del papel que el humor puede jugar como recurso de aprendizaje y descubrimiento personal.
“Aprender a enseñar la importancia de lo emocional en la toma de decisiones vitales es un reto apasionante del sistema educativo”, comenta Pérez antes de subirse al escenario. “Y en el que creo que por fin se está poniendo el foco definitivo, y mi speech habla de mi propio proceso, que ahora aplico a los que me quieren escuchar”, comenta el humorista. Pérez aprovechó la ocasión para hilvanar una hilarante biografía de su etapa como alumno de Primaria, estudiante universitario y docente en un colegio de Lanzarote como preludio de sus primeros pasos como comediante. Y ahí, en forma de monólogo, el humorista lanzaroteño dio varias píldoras magistrales del papel del humor en el sistema educativo. Y todo partiendo de “la ley del silencio”. “En mis tiempos en la escuela, los mas callados eran los más buenos y al final los que menos hablan son los más zorros”, ironizó. En este sentido, sugirió dejar que los niños y niñas se expresen con libertad para “fijar los límites desde la experiencia y el consenso y no desde la imposición de esa ley del silencio que impera en las aulas”.
Kike Pérez habló del humor como un método de supervivencia en la escuela: primero como un salvavidas para afrontar situaciones como el acoso escolar y segundo como un instrumento para que muchos niños y niñas que pasarían inadvertidos puedan “ser alguien”. Pero también como una herramienta para el propio docente. En este sentido, Pérez señaló la importancia de la asignatura Emocrea. “Es una idea magistral. Gracias a ella he hablado de temas con mi hija que no puedo hablar con mi propio padre”. Y aquí es donde el artista hizo un recorrido brillante por sus primeros 26 años de vida poniendo de manifiesto el valor del humor como “una manera de ganarse la vida” pese a años de reprimir el impulso de hacer reír por la presión de un entorno que “te obliga a dedicarte a cosas serias”.
Y terminamos como empezamos. ¿Qué es más difícil, enfrentarse a un auditorio lleno de público o a un aula llena de chiquillos? “A un aula, sin duda alguna, un auditorio lleno de gente que se ha duchado, vestido y entrado en un lugar, con la predisposición para reír es más bien sencillo, si lo comparamos con manejar y guiar el futuro niños y jóvenes con sueños e inquietudes heterogéneas”.