Gran Canaria no puede ser comprendida sin la extraordinaria dimensión de su legado aborigen. Tampoco sin los rasgos distintivos de su naturaleza y de sus manifestaciones culturales que traen hasta nuestra época el eco de tradiciones centenarias e incluso milenarias.
El mundo, a través de la UNESCO, ha sabido reconocer el carácter singular de nuestra Historia y nuestro territorio con la declaración en 2005 de la Reserva de la Biosfera y, en 2019, con la designación como Patrimonio Mundial del Paisaje Cultural de Risco Caído y Las Montañas Sagradas de Gran Canaria. Ambas figuras coinciden en buena medida sobre el mapa de la isla. Pero, sobre todo, lo hacen a la hora de ser una profunda expresión de nuestra identidad.
Generación tras generación, los hombres y mujeres de esta tierra han sabido adaptarse a este hábitat tan particular y limitado. Este hecho entraña una lección de cara a nuestro desarrollo sostenible y convierten al pasado, y a las tradiciones ancestrales que se mantienen vivas en campos y costas, en claves para nuestro futuro.
Todo este caudal de patrimonio y sabiduría necesita, no obstante, de medios para ser canalizados a través de una gestión moderna y eficaz. Este es precisamente el papel que desempeña el Instituto Insular para la Gestión Integrada del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria.
El espíritu y el equipo humano que sustentan la actividad del Instituto han encontrado un hogar apropiado -compartido con el Centro de Gestión de Tejeda- en el edificio que inauguramos el pasado jueves, que se integra en el conjunto histórico del Barrio de Triana, declarado Bien de Interés Cultural.
Construido en 1914 y adquirido un siglo después por el Cabildo, el fiel rescate de su estructura original supone en sí mismo una operación ejemplar de salvaguarda del patrimonio arquitectónico, con un especial acento en la accesibilidad y la eficiencia energética. Los más de 900 metros cuadrados de superficie están desde ahora adaptados a las necesidades del personal técnico y administrativo adscrito al Instituto y a su potencial relación con la ciudadanía, instituciones, colaboradores y proveedores.
La apuesta por la recuperación del inmueble habla de un edificio vivo y de lo que esto representa en la implicación de la sociedad, en la proyección social del Instituto y en el desarrollo de sus objetivos.
A partir de este momento, entre sus muros se gestarán y se seguirán desarrollando iniciativas destinadas a la conservación, protección, estudio, gobernanza, gestión participativa, revalorización cultural, desarrollo sostenible, promoción y difusión para la salvaguarda y proyección social de los bienes que atesora el territorio insular que ha recibido sendas declaraciones internacionales y que abarca prácticamente la mitad de la superficie de la isla.
Esta infraestructura se suma a la labor de difusión, de implantación en el territorio y de dinamización socioeconómica que se lleva a cabo en los centros de interpretación de Artenara y del Bentayga; además de en el Centro de Gestión e Información de Tejeda, sometido actualmente a una intervención de mejora; y en el de Caserones en La Aldea. Y dentro de poco Degollada de Becerra. Esta red nos permite honrar nuestro pasado y preservar los múltiples rostros de nuestra biodiversidad y etnografía.
Han sido dos pilares innegociables de la acción de gobierno del Cabildo y sobre ellos hemos levantado ambiciosos programas de actuación. Uno de ellos es el Plan Integral de Gestión del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, que programa la inversión de casi 34 millones y más de 150 acciones que canalizan iniciativas transversales para garantizar su conservación y divulgación.
Contribuye además al desarrollo socioeconómico de las 18.000 hectáreas de este territorio con una visión panorámica basada en la coordinación de instituciones y otras entidades del ámbito, la sostenibilidad y la participación pública. A esto se suma el Plan de Gestión de la Reserva de la Biosfera, que programa acciones por valor de otros 12 millones, los mismos que contempla el Plan de Sostenibilidad Turística.
Este gran tronco central se ramifica en múltiples medidas que no solo tienden un manto protector sobre nuestro patrimonio arqueológico o natural, sino que lo difunden entre nuestra población y contribuyen a la mejora de las comunidades rurales bajo criterios sostenibles.
El Instituto está arrojando luz sobre nuestro pasado con el convenio para el estudio del origen y evolución del poblamiento humano del Paisaje Cultural, la investigación del patrimonio amazig o con intervenciones arqueológicas como la adjudicada en Tirma y Alta Vista, entre otras.
En este punto, quiero destacar que se ultima el contenido del portal web para que toda la ciudadanía pueda contar con información actualizada de lo que se investigue y descubra, esfuerzo tecnológico al que se añadirá una aplicación móvil. Se están sembrando también semillas de conocimiento por medio de las Ecoescuelas de la Biosfera, los espectáculos familiares y con las rutas y actividades culturales del programa Vive Unesco Gran Canaria.
Asimismo, el Instituto fomenta el tejido social y colaborativo con encuentros participativos e impulsa diversas actividades vinculadas a los valores de ambas declaraciones con la línea de ayudas a los ayuntamientos y entidades sin ánimo de lucro.
El acondicionamiento de los senderos de gran recorrido y de otras rutas de alto valor natural y cultural, la adecuación en curso del yacimiento y el entorno de Risco Caído o los tres millones de euros que se destinan a las obras de rehabilitación y mejora paisajística son muestras de la férrea estrategia de conservación de este cofre. Hemos tenido la suerte de heredar un tesoro de tiempo.
También el legado de quienes habitaron el corazón mismo de las Montañas Sagradas, en diálogo constante con la tierra que pisaban y con los astros. Además, somos depositarios de una naturaleza sorprendente, que muda de apariencia a la vuelta de cada barranco, y, por supuesto, de los saberes de hombres y mujeres que han escrito sus biografías sobre el territorio con la misma precisión que los grabados que contemplamos en cuevas y santuarios.
Hoy en día, incluso desde el mismo centro de la capital de la isla, son sus huellas las que nos indican el camino.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria