Este 20 de octubre, unas 3.000 personas participaron en una manifestación bajo el lema “Canarias tiene un límite”. El recorrido atravesó varias calles clave de la zona turística de Meloneras, en Maspalomas, con paradas estratégicas frente a hoteles, donde los manifestantes corearon consignas de protesta. La marcha, pacífica en su mayoría, concluyó en el emblemático Faro de Maspalomas.
Durante la manifestación, se produjo un altercado que resultó en la detención de un manifestante, y los aparcamientos de la zona fueron cerrados, generando incomodidad para algunos asistentes. La presencia de policías de paisano realizando cacheos a transeúntes y el control de seguridad también marcaron la jornada. A pesar de las molestias, muchos turistas se mostraron curiosos y algunos comprendieron las razones de la protesta.
Un elemento llamativo fue la grabación discreta por parte de representantes empresariales, posiblemente con el fin de evaluar el impacto de la manifestación en el turismo, un sector clave para la región. Esta manifestación se inscribe en una creciente oleada de protestas en Canarias, donde sectores de la población expresan su malestar por la gestión turística, exigiendo mayor atención a las necesidades locales.
Al finalizar en el Faro, los convocantes, pertenecientes a diversas plataformas y colectivos, leyeron un manifiesto que exponía las principales demandas del movimiento. Entre las reivindicaciones más importantes, se encuentra la implementación de una moratoria turística para frenar el crecimiento de la infraestructura hotelera, así como una ecotasa que grave la actividad turística y financie proyectos de conservación ambiental y desarrollo sostenible. También se exigió la regulación del alquiler vacacional y de la compra de propiedades por extranjeros, con el fin de mitigar la crisis habitacional que afecta a los residentes
Estas demandas reflejan la preocupación creciente por el impacto ambiental del turismo masivo y el agotamiento de los recursos naturales en el archipiélago, así como por los altos niveles de pobreza que afectan a la población local. Los manifestantes subrayaron que no se trata de una guerra contra los turistas, sino de un llamado urgente a replantear el modelo turístico de las islas para hacerlo más sostenible y equitativo